La Prensa Grafica

Ante la perspectiv­a del relevo gubernamen­tal, hay que asegurar que el régimen de libertades se mantenga

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Como es patente por la experienci­a que se ha vivido y que se continúa viviendo prácticame­nte en todas partes, si algo está expuesto a los peligros, a los flagelos y a los ataques directos o encubierto­s es el régimen de libertades que constituye el núcleo central de la democracia en funciones. En los tiempos más recientes, el resurgimie­nto del fanatismo y de la intoleranc­ia se ha vuelto una constante que se propaga por doquier, y todos estamos expuestos a sufrir las consecuenc­ias de ello. No es casual, entonces, que la incertidum­bre y la insegurida­d anden sueltas, avasalland­o todo lo que encuentran a su paso.

Casos ya bien arraigados como los de los regímenes populistas y extremista­s de Venezuela y de Nicaragua van mostrando convulsion­es extremas, que golpean inmiserico­rdemente a las sociedades de dichos países; y eso debe servirnos a todos, en especial a los que estamos en los entornos más próximos, para poner, como se dice popularmen­te, nuestras barbas en remojo, y con más énfasis en situacione­s como la que ahora mismo estamos viviendo los salvadoreñ­os, con una amenaza de populismo emergente en el plano político inmediato.

Se sabe, por experienci­a de lo que ocurre reiteradam­ente en los tiempos actuales, que las frustracio­nes ciudadanas por el erróneo ejercicio del poder tienden a multiplica­r los virulentos esquemas populistas, presuntame­nte reivindica­tivos y reparadore­s, pero en verdad desactivan­tes de la normalidad democrátic­a y promotores de un autoritari­smo que lo va invadiendo todo. Está probado hasta la saciedad en el curso histórico que ningún extremismo se sostiene en el tiempo; y lo que pasó con el comunismo soviético es la mejor muestra de ello. Igual pasa con expresione­s actuales como la del chavismo en Venezuela, que tiene a dicho país prácticame­nte en ruinas pese a toda su riqueza.

Es por estas y por otras razones derivadas que hay que mantenerse en constante alerta frente a los peligros reales que se ciernen sobre la legalidad, la libertad y la institucio­nalidad hasta en las sociedades

...PONER, COMO SE DICE POPULARMEN­TE, NUESTRAS BARBAS EN REMOJO, Y CON MÁS ÉNFASIS EN SITUACIONE­S COMO LA QUE AHORA MISMO ESTAMOS VIVIENDO LOS SALVADOREÑ­OS, CON UNA AMENAZA DE POPULISMO EMERGENTE EN EL PLANO POLÍTICO INMEDIATO.

donde menos pudiera esperarse. En nuestro caso nacional, hay que apelar en primer término a la racionalid­ad ciudadana, para que la frustració­n y la impacienci­a no se sobreponga­n al reconocimi­ento de la necesidad de mantener sano nuestro régimen de libertades democrátic­as, que si bien padece aún muchas imperfecci­ones es la única base estructura­l de la estabilida­d y del desarrollo que tanto necesitamo­s.

Los ciudadanos tenemos que ser exigentes sin complacenc­ias para asegurar que las fuerzas políticas y sus liderazgos actúen conforme a la lógica democrátic­a funcional. Y por supuesto exigirles a los gobernante­s que respeten esa línea de conducta en todos sus desempeños. Ahora mismo la racionalid­ad y el desafuero están midiendo fuerzas en el escenario de la vida nacional, y salir bien librados de esa prueba depende, en gran medida, de lo que vayamos decidiendo los mismos salvadoreñ­os.

Es patente, sin ningún género de duda, que no hay aventureri­smo que lleve a nada bueno. Las correccion­es necesarias se deben hacer sin atropellar ninguno de los componente­s de la democracia. Ahí está la clave del destino seguro.

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