Desde ya se evidencia que en el nuevo período presidencial será indispensable generar acuerdos políticos
HABRÁ QUE EMPRENDER DE INMEDIATO ESTRATEGIAS SANAS Y SERIAS PARA QUE LAS FINANZAS PÚBLICAS PUEDAN RESPONDER A LAS NECESIDADES DEL MOMENTO HISTÓRICO.
La elección presidencial del pasado 3 de febrero dejó no sólo una decisión popular sin precedentes sino una serie de mensajes para todas las fuerzas y dirigencias políticas como no se habían dado en el curso de nuestro desenvolvimiento democrático hasta la fecha. Todo esto quiere decir que los salvadoreños estamos hoy en una nueva fase de nuestra evolución, que antes era prácticamente conducida de manera exclusiva por los liderazgos políticos y sus respectivos intereses, y que hoy tiene como actor principal a la ciudadanía, que es donde radica el origen del poder conforme al esquema constitucional que viene de lejos pero que hasta muy recientemente se ha comenzado a hacer realidad en los hechos.
Lo primero que tendríamos que tener todos presente es que en las circunstancias actuales, y como lo han subrayado dramáticamente los resultados del 3 de febrero, el punto ya no es una simple definición de vencedores y vencidos en las urnas, sino que hay para cada quien señales muy precisas de lo que debe hacerse para que el proceso nacional vaya avanzando de veras por la vía de la normalidad, de la seguridad y del progreso, en la exacta dimensión y significación de dichos términos.
La ciudadanía está indicando a todas luces que la prioridad debe ser el bien común, y para ello toda la estructura y la dinámica política tienen que ponerse en línea hacia las metas correspondientes. Desde el primer momento, pues, las distintas fuerzas y liderazgos están en la imperiosa obligación de moverse con la armonía básica para que los fines buscados se cumplan. Al hacer una lectura comprensiva de lo que la ciudadanía quiere y demanda en esta precisa coyuntura, lo que salta a la vista es que ya no hay cartas blancas para nadie, y que en consecuencia todos tienen que cumplir su función, haciendo que los esfuerzos se integren para responder a los objetivos ciudadanos.
De entrada, ha surgido una prueba concreta para medir las voluntades de las fuerzas y de sus representantes: el Presidente electo ha propuesto que se reoriente la mitad del crédito para construir el nuevo edificio de la Asamblea Legislativa hacia la inversión en escuelas y en bibliotecas. Esto ha generado opiniones encontradas en el ámbito político, y más allá de las mismas habría que ver si es posible lograr que la discusión pase a ser un ejercicio de argumentos y no se quede en un choque de posiciones. Y eso es muy importante ahora, cuando el manejo efectivo y ponderado de las diferencias, de las satisfacciones y de las frustraciones es condición esencial para que haya gobernabilidad en el estricto sentido de tal concepto.
Para superar lo que siempre ha ocurrido, y como se impone aun más en las condiciones vigentes, habrá que emprender de inmediato estrategias sanas y serias para que las finanzas públicas puedan responder a las necesidades del momento histórico. Y el punto clave es la reactivación eficiente de la economía nacional. En esto el sector público y el sector privado deben integrar todas sus energías. Tema crucial.
Apelamos, como siempre, al buen sentido, a la lógica responsable y al sensato desempeño. El pueblo salvadoreño está atento a lo que hace cada uno de sus representantes, y eso los abarca críticamente a todos.