Exinvestigadora pone demanda contra PNC
Considera que policías manipularon escenario del tiroteo en el que falleció su hijo, ocurrido en San Julián.
Te estoy avisando solo porque sos camarada”. Esa fue la respuesta que recibió Ana Flores en una llamada a su celular luego de preguntar bajo qué circunstancias murió su hijo, un adolescente de 14 años, la noche del 27 de octubre de 2017. Durante nueve años Flores fue miembro de la Policía Nacional Civil (PNC). Los últimos cuatro formó parte del Departamento de Investigaciones en Ahuachapán, donde recibió diversos cursos, incluyendo los de procesamiento de escenas de homicidios e inspección corporal de cadáveres.
El confuso hecho en el que murió el hijo mayor de la exagente sucedió en el caserío El Olvido del cantón Los Lagartos, municipio de San Julián, en Sonsonate. Hasta ese lugar había llegado Erwin Ernesto C., de 14 años de edad, para despedirse de sus familiares debido a que en diciembre de ese año viajaría a Estados Unidos, huyendo de las pandillas que desde hace varios meses lo acechaban para que se integrara a estos grupos criminales que delinquen en Atiquizaya, Ahuachapán, a lo que el joven se había negado.
De acuerdo con la información policial, en horas de la tarde de ese día un grupo de agentes de la Policía Rural llegó hasta el referido caserío y se enfrentaron a tiros con pandilleros. El resultado fue un supuesto delincuente muerto. El cadáver del adolescente quedó en el patio de una vivienda, boca abajo y con una pistola calibre .38 milímetros en uno de sus costados.
Inicialmente el joven no fue identificado, a pesar de que los familiares brindaron la identidad y un carnet del menor de edad a la PNC, explicó Flores. “No comprendo por qué a pesar que existiera la identidad que fue proporcionada por mis familiares y hasta un carnet de minoría, la Policía y Fiscalía lo levantaron como no identificado y así lo llevaron hasta Medicina Legal”, contó la exinvestigadora.
Aseguró que cuando le entregaron el cadáver de su hijo pudo observar los orificios de entrada y salida de las balas, las que no concordaban con lo descrito en acta.
Al notar ciertas irregularidades, inició su propia averiguación comenzando a recabar información con residentes en el caserío.
Llegó a la conclusión de que los agentes habían fabricado el escenario para que pareciera que la muerte de Erwin Ernesto fue en un tiroteo. Antes de marcharse a Estados Unidos por las amenazas recibidas, decidió interponer una denuncia en la Unidad de Delitos Relativos a la Administración de Justicia y Fe Pública de la Fiscalía en Santa Ana.