Ahora hay que decidirse a lograr un crecimiento económico que responda a lo que el país necesita
LA ADMINISTRACIÓN GUBERNAMENTAL QUE LLEGA ESTÁ EN LA OBLIGACIÓN INMEDIATA DE APOSTARLE AL CRECIMIENTO CON SUS ACTITUDES, CON SUS POLÍTICAS Y CON SUS PROGRAMACIONES. ESTO ES VITAL EN LA COYUNTURA PRESENTE.
En la base de todas las insuficiencias que padece la sociedad salvadoreña en este ya largo tramo de su evolución posterior al conflicto bélico está la falta de un despegue real y sustancial de nuestra economía en todos los aspectos de la misma. Si no hay crecimiento sostenido y consistente las condiciones de vida de la población no pueden mejorar en la forma que el progreso demanda, las finanzas públicas se mantienen emproblemadas como ha ocurrido de manera persistente a lo largo del tiempo y los impulsos de la emigración así como las perversas incitaciones de la delincuencia se mantienen al alza.
Hasta la fecha, nuestro país ha carecido de las iniciativas verdaderamente impulsoras de ese crecimiento al que nos referimos. Las políticas puestas en marcha por las distintas Administraciones públicas de esta era de posguerra siempre han mostrado una visión de muy escaso alcance, como si en nuestro ambiente hubiera una resistencia profundamente arraigada a analizar, evaluar y tratar las problemáticas nacionales con la sinceridad y el realismo debidos; de ahí que en ningún momento se haya podido estructurar una proyección efectivamente trasformadora, como miras a poner al país en la ruta inequívoca del desarrollo.
Una vez que concluyó la guerra interna, hubo un repunte de crecimiento que desafortunadamente duró muy poco, porque casi de inmediato se fueron imponiendo las prácticas reductivas, los enfoques prejuiciosos y los intereses mezquinos. En eso hemos vivido en los últimos decenios, y si bien hay algunos resultados medianamente positivos en el curso de la evolución, lo que está por darse es el salto de calidad en el tratamiento de los problemas básicos, para que dejemos atrás la persistencia en lo menudo para pasar a la disciplina de lo integral.
En su informe de fin de período, la Administración que está por salir ha tenido que reconocer que su meta de crecimiento hasta un 3% no pudo cumplirse, y eso que el 3% tampoco era una meta de alto relieve. Nuestro país necesita crecer por
encima del 4% para ser sostenible en todos sus desafíos y aspiraciones. Y eso sólo podrá alcanzarse si hay decisión y compromiso compartidos por los sectores nacionales en conjunto. Hay que dejar atrás de inmediato todas las reservas y malentendidos que contaminan la relación entre lo público y lo privado, sacudiendo cualquier resabio de ideologización excluyente y potenciando el servicio al bien común por encima de todo, como corresponde a una sociedad que busca crecer y progresar de veras.
Necesitamos que se estimule la inversión tanto interna como externa, de manera creativa y audaz. Y a la vez necesitamos que haya una dinámica institucional que se ponga al hilo con ese requisito clave.
La Administración gubernamental que llega está en la obligación inmediata de apostarle al crecimiento con sus actitudes, con sus políticas y con sus programaciones. Esto es vital en la coyuntura presente.
El país tiene muchas oportunidades a la mano: lo que se requiere es que nos abramos en todos los órdenes, posicionándonos en el mapa competitivo y moviéndonos con inteligencia dentro de nuestra propia realidad.