Estudio señala deficiencias de Penales en cuido de niños en prisión
Menores no tienen recreación, una dieta deficiente y falta de medicamentos básicos, son los problemas que descubrió la USAM en una investigación. Le recomienda a Centros Penales mejorar atención.
Sentada con su hijo Andrés, Lourdes espera a que la atiendan en una jornada médica en el Centro Preventivo y de Cumplimiento de Penas para Mujeres Granja de Izalco, en Sonsonate, única cárcel en El Salvador que desde 2015 alberga a madres reclusas.
Andrés es uno de los 122 niños que hasta marzo pasado estaban en prisión junto a sus madres en la granja de Izalco. El recinto penitenciario cuenta con un centro de desarrollo infantil (CDI) para atender a esos niños durante el encierro. Los que nacieron allí, se alimentaron a base de leche materna hasta los seis meses.
La mayoría de menores conocerá el exterior de la penitenciaria hasta que cumplan cinco años, la edad límite que la ley salvadoreña marca para que vivan junto a sus madres reclusas. Para cuando salgan, la mayoría no habrá recibido ningún tipo de educación formal y se habrá acostumbrado a jugar por turnos, en un espacio donde solo entran diez niños a la vez.
Así lo señala un estudio de la Universidad Salvadoreña Alberto Masferrer (USAM), publicada en agosto pasado con el título “Condiciones de vida de los niños y niñas que crecen internos junto a sus madres en la granja penitenciaria de Izalco y en el anexo a esta”.
La investigación sostiene que la Dirección General de Centros Penales (DGCP) no cumple con los ocho componentes del Programa de Atención Integral a la Primera Infancia (PAIPI), un plan creado por las autoridades salvadoreñas para “promover el desarrollo integral de las niñas y niños de seis meses a siete años”, según explica el Instituto Salvadoreño Para el Desarrollo Integral de la Niñez y la Adolescencia (ISNA) en su página web.
Alexia Rocío Aguilar, la investigadora a cargo del estudio, dijo a LA PRENSA GRÁFICA que Centros Penales incumple tres componentes del programa: deporte, cultura y arte. “El programa se le está brindando a los niños de manera incompleta. Por eso es que el desarrollo integral de ellos (niños en prisión) no puede ser igual que el desarrollo de un niño en contexto abierto”, sentenció.
La investigación explica que Centros Penales desarrolla solo cinco elementos del PAIPI: salud, nutrición, educación, protección y recreación. Sin embargo, el CDI de la granja de Izalco tiene deficiencias para cumplir los componentes como debe ser, sostiene el estudio. “No se están brindando de manera adecuada”, explicó la investigadora Alexia Aguilar.
Aquella mujer, mientras espera pasar consulta con su hijo, admite que el CDI de Izalco le ha brindado atención de salud básica a Andrés (ambos nombres ficticios para proteger identidades). “Gracias a Dios hasta este momento no padece enfermedades”, agrega Lourdes, mientras da una entrevista a la investigadora con su menor en brazos. El informe de la USAM sostiene que existen algunos problemas para atender la salud de los niños.
Según el documento, en la granja existen carencias de medicinas, vitaminas e instrumentos básicos en buen estado. Las internas le contaron a la investigadora que incluso tienen que acudir a la “colaboración familiar” para comprar algunos medicamentos para sus hijos. Mientras, la dieta contempla so
“El programa (nacional para niñez) se le está brindando a los niños de manera incompleta. Por eso es que el desarrollo integral de ellos (niños en prisión de Izalco) no puede ser igual que el desarrollo de un niño en contexto abierto”.
lo leche materna en los primeros seis meses del menor, cuando debería recibir otros alimentos, dice el estudio.
La educación en la cárcel es otro problema. En el CDI no hay ningún docente con credenciales profesionales para impartir clases a los niños. Las internas explicaron a la USAM que son algunas reclusas en fase de confianza quienes atienden a los menores, lo que implica que no sea una educación inicial integral, sostiene la investigación.
Otra de las deficiencias que señala el informe de la USAM es el reducido espacio con que cuentan los niños en el CDI para jugar. “Es un espacio reducido con capacidad para 10 niños, y son llevados en grupos de 10”, se lee en el informe final. Y la DGCP tampoco realiza actividades para que los pequeños puedan salir de la cárcel a recrearse alguna vez, a pesar de que el Reglamento Penitenciario lo regula.
El ISNA, la institución encargada de velar por los intereses de la niñez y la adolescencia en El Salvador, es consciente de las deficiencias en el CDI de la Granja de Izalco, el único que existe en las cárceles salvadoreñas, explicó la docente Alexia Aguilar. Por eso desde el 2018, la entidad rectora de la niñez decidió no supervisar más al CDI penitenciario debido a que no cumplía con los requisitos mínimos, agregó.
Según la investigación, el CDI de Centros Penales no cuenta con la acreditación oficial del ISNA. “A partir del 2018 dejaron de supervisarlo (ISNA), porque si continuaban haciéndolo era darle un carácter de legal a algo que estaba irregular. Por el hecho de que no brinda los servicios necesarios”, dijo Aguilar.
A pesar de las deficiencias, la investigación agrega que las condiciones de los niños han mejorado desde que fueron trasladados a la granja de Izalco, en 2015. Antes, las mujeres cumplían sus condenas junto con sus menores en el Centro Preventivo y de Cumplimiento de Penas para Mujeres de Ilopango, conocido como Cárcel de Mujeres, que no llenaba los requisitos para albergar a menores.
“No significa que estén mal las cosas, sino que hay que mejorarlas, y se puede mejorarlas. Pero sí ha habido un gran cambio que también merece reconocimiento, que ya los niños no están en la misma situación que se encontraban en Cárcel de Mujeres. Pero hay que seguir trabajando”, remató la investigadora.
RECOMIENDAN MEJORAS
La Universidad Salvadoreña Alberto Masferrer decidió realizar tres recomendaciones a la Dirección General de Centros Penales para que mejore las condiciones de los menores que acompañan a sus madres en condición de encierro.
El primer consejo a la DGCP es que establezca un convenio con el centro escolar más cercano a la prisión para que los niños mayores de cuatro años reciban educación parvularia fuera de la cárcel, con maestros profesionales. Eso servirá, según la USAM, para que los niños puedan hacerse a la idea de que deben salir de las rejas cuando cumplan cinco años, como regula la ley.
También le recomendó que llegue a acuerdos con instituciones que faciliten las salidas de los niños a actividades afuera de la prisión “en días festivos o vacaciones”. Y la última recomendación es que valore la creación de formas que permitan que las reclusas madres cumplan las condenas con trabajos de utilidad pública, en caso de que hayan sido condenadas por delitos patrimoniales. Ese beneficio se anularía si reinciden en delitos, aconsejó la USAM.
“No significa que estén mal las cosas, sino que hay que mejorarlas, y se puede mejorarlas. Pero sí ha habido un gran cambio que también merece reconocimiento”. ALEXIA ROCÍO AGUILAR, INVESTIGADORA DE UNIVERSIDAD SALVADOREÑA ALBERTO MASFERRER. 122
NIÑOS ESTABAN EN PRISIÓN JUNTO A SUS MADRES HASTA MARZO PASADO, SEGÚN ESTADÍSTICAS OFICIALES.