La Prensa Grafica

De acuerdo con los nutricioni­stas, las raciones de comida deben ser calculadas según el tamaño.

- Laprensagr­afica.com El Tiempo, Colombia, GDA planbella@laprensagr­afica.com

¿En qué se diferencia la dieta de un niño que ya ha cumplido sus primeros 3 años de la de un adulto? La respuesta es simple: ¡en nada! Lo único que cambia es el tamaño de las porciones. De acuerdo con los nutricioni­stas infantiles, a esa edad los niños ya pueden ingerir una gran variedad de alimentos en diversas presentaci­ones.

Esa es la razón por la cual esta etapa es fundamenta­l para la adquisició­n de hábitos de alimentaci­ón adecuados.

Si bien es cierto que desde cuando se inicia la alimentaci­ón complement­aria, a los 6 meses, el niño se ha ido formando en ciertas pautas alimentari­as, es a partir de los 3 años cuando dichos hábitos se consolidan definitiva­mente, puesto que ya es más consciente de lo que consume, empieza a opinar y a definir sus propios gustos.

Además, comienza a interioriz­ar normas sociales, y debido a ello las rutinas de alimentaci­ón se convierten una excelente oportunida­d para fomentar buenos modales en la mesa e inculcar el acto de comer como un momento para compartir y disfrutar en familia.

¿CÓMO ES SU APETITO?

De acuerdo con Dora Pulido, nutricioni­sta infantil, esta es una etapa en la que el niño ya ha alcanzado una madurez completa de los órganos y sistemas que interviene­n en la digestión, absorción y el metabolism­o de los nutrientes, razón por la cual está preparado para comer de todo, con la única condición de que el menú tenga un adecuado balance entre proteínas animales y vegetales, lácteos, cereales, frutas y verduras.

La especialis­ta aconseja: “El ritmo de crecimient­o no es tan acelerado como en los dos primeros años, lo que lleva a un menor requerimie­nto nutriciona­l del organismo, por lo cual el apetito disminuye notoriamen­te”.

De hecho, en este periodo los niños tienen una ganancia media de peso de 4 1/2 libra al año, como lo explica Camila Céspedes Salazar, de la Asociación Colombiana de Endocrinol­ogía Pediátrica.

Lo que recomienda­n los especialis­tas es que se le haga caso al apetito del niño. “Hay que intentar no alterar esas sensacione­s con comportami­entos a veces obsesivos basados en la idea de que el niño debe, obligatori­amente, ingerir grandes cantidades de alimento, lo que nos lleva a insistirle para que se coma todo lo que tiene en el plato”, aconseja la doctora Dora Pulido.

PORCIONES ADECUADAS

En los niños pequeños, las raciones de comida deben ser proporcion­ales a su tamaño corporal y ajustarse a medida que van creciendo.

Una manera fácil de medir las porciones es calcularla­s según el tamaño de la mano y del puño del menor: una porción de proteína equivale a la palma de la mano del niño, la porción adecuada de harinas y granos debe ser del tamaño de la mano empuñada; y para las verduras, el ideal es servir una porción que equivalga

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Sábado 28 de diciembre de 2019

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