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Atol negrito, la bebida tradiciona­l de los migueleños

La bebida también es conocida como atol rosado o shuco dulce. Está hecha a base de maíz negro, y hasta hace unos años era muy consumida.

- Flor Lazo departamen­tos@laprensagr­afica.com

Marilú Zelaya aprendió a hacer atol negrito de su abuela y esta a su vez conoció la receta de otras mujeres de la familia. Marilú vende el atol en su natal Quelepa. Según cuenta, la fórmula es la misma: fermentar maíz negro, sazonarlo con azúcar y cocinarlo con leña.

“El proceso es que se pone el maíz a ablandar con tiempo, de ahí se va al molino, se cuela y se prepara para ir a cocerlo. Hay que tener cuidado de que no se queme, por eso hay que moverlo constantem­ente mientras adquiere la consistenc­ia adecuada” manifestó la migueleña.

Zelaya cuenta que el secreto para lograr el equilibrio perfecto entre los sabores ácido y dulce, que caracteriz­an al atol negrito, es fermentar la masa con la ayuda de una persona que tenga “la mano caliente”.

“La técnica para dejarlo agriar es que lo revuelva una persona que tenga la mano caliente. Luego se deja reposar por 24 horas y ya está listo para cocinarlo”, dice la mujer que se dedica a vender atol negrito, junto a su hija, Angeline Nicole.

Ella afirma que en su familia, todas las mujeres se han dedicado a la venta de esta bebida, y que la tradición inició con su bisabuela y se fue transmitie­ndo al resto de parientes, hasta llegar a ella, quien actualment­e es la encargada de repartir el atol por todo el pueblo de Quelepa.

El atol negrito es una variante del atol shuco, con la diferencia que se le agrega azúcar, por lo que tiene un peculiar sabor agridulce. Esta bebida caliente, preparada a base de maíz, se consume en la zona oriental del país, sobre todo en los pueblos migueleños, donde lo prefieren por sobre otras bebidas.

Una de las amantes del atol negrito es la migueleña Wendy Cocar, quien dice que aprendió a tomar atol negrito cuando era una niña y ahora de adulta lo sigue degustando en el desayuno o como merienda de media mañana. Recuerda que hay quienes le ponen alguashte y lo acompañan con pan francés, mientras que otros lo prefieren solo.

Afirma que en su pueblo todavía hay varias personas que se dedican a preparar y vender esta bebida, pues es una costumbre que se ha heredado desde épocas ancestrale­s.

“Acá en el pueblo todavía hay unas cinco o seis vendedoras, de atol negrito que es muy tradiciona­l de San Miguel. Es tradiciona­l porque tiene un acidito muy especial”, dice la migueleña.

CADA VEZ HAY MENOS PERSONAS QUE SE DEDICAN A LA VENTA DE ATOL NEGRITO, PUES LOS CLIENTES PREFIEREN OTRAS BEBIDAS

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