GUARDIA NACIONAL DE MÉXICO FUE EL MURO MIGRATORIO
La caravana logró ingresar de forma irregular a México. Caminaron kilómetros por la carretera solo para ser aprehendidos.
Miembros de la Guardia Nacional y autoridades de inmigración de México subieron ayer a cientos de migrantes centroamericanos en autobuses horas después de que ingresaron al país y caminaron varios kilómetros.
Los emigrantes habían dado por concluida su jornada en un paraje sombreado cuando cientos de elementos de la Guardia Nacional avanzaron hacia ellos y se detuvieron a unos 100 metros de distancia. Después de una breve e infructuosa negociación, los emigrantes se arrodillaron para orar y comenzaron a gritar consignas de “queremos pasar”.
Los elementos de la Guardia Nacional avanzaron golpeando sus escudos de plástico con macanas y se enfrentaron a los emigrantes. Hubo algunos empujones y se roció gas pimienta mientras se acorralaba a los miembros de la caravana.
Muchos de los migrantes subieron a los autobuses de manera pacífica. Mujeres que cargaban o sujetaban las manos de sus hijos rompieron en llanto en su camino hacia los vehículos.
Otros se resistieron y fueron sometidos por las autoridades. Un hombre que era arrastrado por los agentes gritaba: “Mataron a mi hermano, no quiero morir”, presumiblemente en referencia a la posibilidad de ser devuelto a su país.
Mientras caminaba llorando rumbo al autobús, una mujer dijo: “Tengo una gran necesidad con mis hijos”.
Un paramédico atendió a una mujer lesionada tendida a un costado de la carretera.
El camino quedó lleno de basura: botellas, bolsas de plástico y ropa. Un hombre furioso, vestido de camiseta azul, gritó a los agentes: “Esta es una guerra contra los hondureños”.
Fue un clímax repentino después de una jornada que parecía llegar a su final.
Portando banderas de Estados Unidos y Honduras al frente de la procesión, los emigrantes habían caminado por la carretera hacia un retén de la Guardia Nacional después de haber cruzado el río
Suchiate desde amanecer.
José Luis Morales, un salvadoreño que encabeza la caravana, dijo que los emigrantes querían negociar para que se les permitiera avanzar de manera pacífica.
Pero los centroamericanos frenaron su avance ayer por la mañana a la orilla de la carretera y a unos 10 kilómetros al norte de la localidad fronteriza de Ciudad Hidalgo, y unos cuantos kilómetros antes de llegar al retén policial.
Las autoridades federales llegaron al lugar y comenzaron a negociar con Morales, quien ha emergido como el portavoz de facto de la caravana.
Guatemala al