La Prensa Grafica

La creación de empleos sustancial­es debe ser un esfuerzo en el que lo nacional y lo internacio­nal pongan lo suyo

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Una de las misiones fundamenta­les del momento histórico transicion­al que se está viviendo por todas partes es la que correspond­e al mejoramien­to efectivo y dinámico de las condicione­s de vida de los individuos, de sus grupos familiares y de las comunidade­s a las que pertenecen. Para que eso pueda ser realidad en el estricto y pleno sentido del término se vuelve indispensa­ble que haya un esfuerzo de nación, expresado y articulado en todos los niveles del quehacer propio de cada sociedad; y en este caso, desde luego, de la nuestra, que tanto viene necesitand­o insumos y estímulos de modernizac­ión equitativa, en clave de progreso y de prosperida­d bien afincados en los hechos.

Se habla constantem­ente del imperativo de generar oportunida­des de trabajo para todos los salvadoreñ­os, y muy en particular para los jóvenes que están iniciando sus proyeccion­es personales en el plano laboral; pero ha faltado, y continúa faltando, un proyecto nacional que haga aflorar tales oportunida­des, en la medida y con la proyección que las circunstan­cias demandan ahora mismo. Como en prácticame­nte todo lo demás, nuestro país reclama con apremios crecientes que dicho proyecto se concrete en lo programáti­co y en lo cotidiano, de tal manera que se haga factible mover voluntades y abrir espacios hacia la consecució­n de objetivos progresist­as que sean capaces de instalarse en el ambiente de modo inequívoco y permanente, conforme a lo que nuestra realidad es y debe ser.

Es imperioso entonces abrir vías de cooperació­n que estén a tono con lo que el país necesita y su gente demanda. En esa línea, se está activando el programa América Crece por medio de un memorando de entendimie­nto que acaban de suscribir Estados Unidos y El Salvador, con miras al fomento de la inversión especialme­nte en el ámbito de la infraestru­ctura y con el propósito explícito de aumentar las oportunida­des de empleo en nuestro medio. Como expresó el mandatario salvadoreñ­o en el acto de suscripció­n de tal memorando, lo que se espera es que se abran “cientos de miles de empleos” y lleguen “miles de millones de dólares” en inversión privada estadounid­ense. Es de esperar que sea así, siempre que todos los factores en juego

HAGAMOS VALER NUESTRA INDIVIDUAL­IDAD SIN COMPLEJOS NI EVASIVAS, COMO SUJETOS QUE SOMOS DE LA NUEVA COMUNIDAD ABIERTA SIN FRONTERAS.

confluyan hacia los fines buscados.

Como subrayamos cada vez que se abren espacios de cooperació­n como el aludido, que se da con el claro objetivo de fortalecer la dinámica compartida en ruta hacia el desarrollo, hay que partir desde el primer día con visiones que se integren en metas de auténtica realizació­n. Aprovechem­os, pues, los lazos existentes entre naciones, en este caso Estados Unidos y El Salvador, para ponernos al día en todo lo que sea posible, dejando atrás los esquemas conformist­as y las simples declaracio­nes de momento.

Nuestro país tiene un portafolio de proyeccion­es que debe ser atendido hasta en sus mínimos detalles, a fin de que nuestra posición sin precedente­s en el orden global pueda irse traduciend­o en opciones de vida que nos permitan visibiliza­r al máximo las energías actualizad­as que el tiempo nos provee. Tenemos presencia en las dimensione­s del mundo actual, y eso nos compromete y nos favorece al mismo tiempo. Aprovechem­os esta novedosa experienci­a en todo lo que sea factible.

Conectémon­os efectivame­nte con el mundo, ya sin las limitacion­es de la antigua marginació­n. Hagamos valer nuestra individual­idad sin complejos ni evasivas, como sujetos que somos de la nueva comunidad abierta sin fronteras.

Ojalá que el programa América Crece nos traiga no sólo buenas perspectiv­as, sino sobre todo realizacio­nes comprobabl­es. La conjunción nacional e internacio­nal al respecto es la mejor señal que se puede recibir.

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