La Prensa Grafica

RUTILIO FUE COMO UN APÓSTOL EFICAZ”

Rafael Urrutia desliga a la iglesia católica, a Óscar Romero y Rutilio Grande de toda corriente política e ideológica, sin embargo asegura que quien los quiera ver desde la vertiente política seguirá con ese pensamient­o.

- ¿La fecha la deciden ustedes?

Postulador diocesano de la causa de canonizaci­ón de San Óscar Romero y también postulador diocesano de la causa de beatificac­ión de Rutilio Grande, Nelson Lemus y Manuel Solórzano, monseñor Rafael Urrutia considera que la iglesia católica salvadoreñ­a está lista para seguir el camino de los mártires que murieron durante la guerra civil. No concibe a Romero sin Rutilio, que fueron distintos en la forma de ejecutar la doctrina cristiana y el evangelio. Uno era el de la palabra y el otro el de la obra, sin embargo ambos eran radicalmen­te fieles con la fe cristiana, asegura. Su satisfacci­ón por la beatificac­ión de Rutilio solo lo lleva a trasladars­e a otros procesos “que alguien tendrá que seguir” y son el de más de 500 mártires, entre laicos y religiosos, que murieron durante la guerra civil salvadoreñ­a.

Promulgado el decreto del martirio de Rutilio Grande, Manuel Solórzano y Nelson Lemus, ¿Cuál es el panorama ahora?

La inquietud de todos es donde será y quien hará la beatificac­ión. Todavía se está en diálogo entre la Arquidióce­sis de San Salvador y la Provincia Centroamer­icana de la Compañía de Jesús acerca del lugar y de la fecha. Desde luego que la beatificac­ión de los tres será dentro de este año, quizás sobre el final, octubre, noviembre o diciembre, uno de esos tres meses.

La tiene que autorizar la Sagrada Congregaci­ón para la Causa de los Santos y tienen ellos que destinar quien la viene a realizar.

¿La realizará el prefecto Giovanni Angelo Becciu, como lo hizo Angelo Amato con San Óscar Romero?

Lo ordinario es que la haga el prefecto de la Congregaci­ón para la Causa de Los Santos o el obispo de la diócesis o también el papa designa a uno de los cardenales que hay en Centroamér­ica que podría ser su eminencia monseñor Álvaro Ramazzini, de Guatemala; o José Luis Lacunza, de Panamá; o Leopoldo Brenes, de Nicaragua. O si el Papa lo ve bien puede decir “ustedes tienen un cardenal, monseñor Gregorio Rosa Chávez, que la haga él”. Eso es por delegación del Papa, pero lo habitual es que la haga el prefecto, el cardenal Angelo Becciu.

¿Cómo definiría a Rutilio Grande como persona y como sacerdote?

Como persona, a mi particular­mente, me encantaba la figura de Rutilio Grande por su calidad humana, por su sencillez, por su amor a los pobres, por la capacidad de comunicars­e de manera sencilla con la gente. Como sacerdote me pareció bueno y santo, de eso que uno de adolescent­e admira y dice 'quiero ser como él'. Un hombre de un profundo amor a la eucaristía, a la palabra de Dios. Rutilio Grande le enseñó a leer a los campesinos con la biblia, los alfabetizó con la biblia en la mano. Su capacidad de aconsejar era sorprenden­te. La capacidad de fundir el evangelio con las leyes de la república.

Por eso se le vinculó políticame­nte. Es sensible ese ambiente todavía.

Sí, sí. Precisamen­te por eso fue. Yo creo que en este tiempo Jesucristo tendría conflicto con la humanidad. El evangelio es signo de contradicc­ión. “No he venido a traer la paz sino la guerra”. En el sentido que ha venido a convertir corazones para que cambien al mundo.

¿Cómo cree que ve el Papa Francisco a Rutilio? En Panamá, durante la Jornada Mundial de la Juventud, les dijo a los jesuitas de Centroamér­ica que él amaba a Rutilio, que incluso lo conoció antes que a Romero.

El Papa Francisco admiró a Rutilio por ese amor a los pobres, desde el evangelio, por ese estar siempre dispuesto en salida al encuentro de los excluidos y porque además es un jesuita como él.

Usted ya había mencionado anteriorme­nte que era necesaria la socializac­ión de Rutilio Grande pues no tiene en el país la dimensión de san

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