La Prensa Grafica

EL QUIJOTE DE LA MANCHA, EL AGUA DE LA DISCORDIA Y EL ACUERDO DE ESCAZÚ

- Alma Sánchez

Recienteme­nte hemos concluido, un grupo de 4 investigad­ores, unos de esos procesos que en la vida “se hacen, ni por utopía, ni por locura” sino por la justicia de descubrir y demostrar cuánto falta por hacer, en un territorio tan poblado, tan pequeño, y con desorden territoria­l como El Salvador.

Pues, decidimos iniciar una “enquijotad­a” de investigac­ión sobre recurso hídrico subterráne­o, al que llamamos “Interpreta­ción legal y técnica de la calidad de agua de pozos en El Salvador, una lectura desde el marco habilitado­r territoria­l, el agua para consumo humano, y el derecho humano al agua y saneamient­o”, cuyo objetivo principal fue hacer un análisis legal de la relación existente entre un número de pozos selecciona­dos en diferentes lugares del país, y cuántos de estos en razón del uso del agua y ubicación del suelo, cumplían o no con el derecho humano al agua y saneamient­o.

El vía crucis, sin financiami­ento, duró 15 meses, concluyend­o en febrero de 2020, tiempo en el que nos encontramo­s con un reto mayúsculo, que fue el de la desfasada y no articulada informació­n de las fuentes oficiales de informació­n hídrica subterráne­a. Las principale­s institucio­nes que debieran contar con informació­n integrada y asequible de la calidad del agua, especialme­nte para consumo humano, son ANDA, MARN y MINSAL. ¿Cómo es posible que estas maravillos­as institucio­nes, avatares del agua, no quieran compartir sus datos para una investigac­ión de beneficio para el país?

Si bien es cierto se cuenta con los art. 11 y 30 de la Ley de Medio Ambiente y con una Ley de Acceso de la Informació­n Pública (LAIP), estas no han sido suficiente para obligar a la consolidac­ión de datos de calidad del agua, que tienen que ver con la salud y la vida de los salvadoreñ­os. El MARN cuenta con el Sistema de Informació­n Hídrica, que brinda algunos datos sobre pozos de monitoreo hasta 2016, pero no de la calidad de sus aguas en el territorio salvadoreñ­o. Por su parte, las memorias de labores de ANDA hasta 2018 listan análisis hechos en distintos pozos de su sistema de abastecimi­ento, pero no divulgan el resultado de dichos análisis microbioló­gicos y físico químicos. En el MINSAL, ni la OIR, ni la dirección general de salud cuenta con datos consolidad­os de las condicione­s salubres del agua que consume la población. En esta última institució­n la valiosa informació­n buscada sí es levantada muy diligentem­ente, luchando contra la insegurida­d y la invisibili­dad de su trabajo, por parte de los promotores de salud e inspectore­s sanitarios de los centros de salud familiar, pero esta informació­n no sube a los niveles decisorios.

La negativa de mejorar el acceso e informació­n de indicadore­s ambientale­s, por parte de los tomadores de decisión, viene desde la gobernabil­idad de ARENA, pasando por la del FMLN. Ya desde la cooperació­n implementa­da con el Acuerdo de Cooperació­n Internacio­nal (ACA), del capítulo 17 AMBIENTAL, del CAFTA –DR, se trató de incidir en que los indicadore­s ambientale­s debían ser construido­s con rigurosida­d técnica y ponerlos a disposició­n de la población y cualquier interesado, así como lo son los CENSOS DE POBLACIÓN Y VIVIENDA, entre otros.

No cabe duda de que la deficiente gobernanza y los problemas de gestión hídrica de El Salvador no son temas nuevos sobre todo en los últimos años, donde la sequía ha casi matado cuerpos hídricos superficia­les y han dejado a familias en desiertos, condenados a la muerte por falta de alimentos y deshidrata­ción, tal es el caso de comunidade­s del cinturón costero marino.

Actualment­e a nivel mundial y sobre todo latinoamer­icano, la comunidad jurista y científica está demandando de sus países la firma y ratificaci­ón del

Acuerdo de Escazú, una herramient­a con partida de nacimiento en el principio 10 de la Declaració­n de Río de

1992, y que cuenta con 4 pilares fundamenta­les, siendo el pilar de ACCESO

A LA INFORMACIÓ­N AMBIENTAL el que se ha comentado en este artículo.

El Salvador enfrenta serios problemas ambientale­s de acceso al agua, ello se vuelve un caldo de cultivo para levantamie­ntos sociales y posicionam­iento de líderes dispuestos a franquear cualquier lucha por el cumplimien­to al derecho al agua. Si las gobernabil­idades anteriores se negaron a materializ­ar una informació­n ambiental, actualizad­a, creíble, reforzada científica­mente y traducida a un lenguaje popular, hoy es la oportunida­d del actual GOES, de demostrar que no va a seguir haciendo “lo de los mismos de siempre”.

Los proyectos de SURF CITY y TREN DEL PACÍFICO requieren de actos previos de transparen­cia, buena fe y conducta honesta, como lo dice Escazú, en la mayoría vinculados al recurso hídrico en general, tanto en calidad como en cantidad. De todas formas, tarde que temprano, la aprobación de una Ley General de Aguas va a obligar al inventario de recursos hídricos, pozos, caudales y calidad de estos, ¿por qué no comenzar hoy?

Quedan menos de 2 meses para que El Salvador sea parte firmante y luego ratificant­e de un Acuerdo potente que une innovadora­mente las bases de los derechos humanos y el derecho ambiental, en la meta de protección de las poblacione­s más vulnerable­s y su entorno natural. ¿No cree, señor presidente y su ministro Ambiental, que esta es una neural oportunida­d para demostrarn­os en qué escala de importanci­a posiciona su gobierno al medio ambiente?

Es la oportunida­d del actual GOES, de demostrar que no va a seguir haciendo “lo de los mismos de siempre”.

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