De niveles y realidades
No es lo mismo verla venir que tenerla enfente. Eso le pasa al fútbol salvadoreño en este momento. Es el cúmulo de malas decisiones, desidia e improvisación.
Que el FAS y el Limeño quedaran eliminados del torneo Liga CONCACAF ya no es sorpresivo, es el resultado de mucho tiempo en el que no se entendió de qué va el fútbol en estos días. Así de simple.
Este deporte pasó de ser la divierta del fin de semana de algunos dirigentes de antaño a una industria que mueve mucho dinero más allá de las taquillas, que se maneja ya por otros ingresos que tienen que ver con la parte comercial y la deportiva.
Mucha de la dirigencia, en especial de los equipos, se quedaron con el concepto de cuánto recogerá cada fin de semana, cuánto será para salarios y cuánto para quién sabe qué, puesto que los equipos se supone que son asociaciones sin fines de lucro.
Este año, la pandemia lo que hizo fue quitar cualquier velo que existiera y dejar a la vista las carencias que trae a rastras el fútbol salvadoreño. Ahora solo voy a tocar el tema del fútbol profesional. La selección es para otro día, pues también anda mal.
Por más que se busque algo bueno no se encuentra. Este pesimismo no es nuevo, la diferencia es que ahora es más evidente y está más extendido.
Ya apenas en la primera fecha las autoridades de salud le advirtieron a los equipos que si no cumplían con los protocolos el torneo se suspendía. Solo así empezó una carrera por remendar los errores.
Los equipos profesionales no entendieron que las cosas ya no serán iguales hace 10 meses. No se pueden conseguir cosas diferentes si se tiene el mismo pensamiento. Piden público en el estadio cuando la tendencia, por salud y no por moda, es que se concentre la menor cantidad de gente. La CONCACAF se los dejó claro en los partidos del FAS y el Limeño.
Lo de ahora es gestionar derechos, patrocinios, venta de jugadores, pero eso solo se consigue si hay alguna planificación o si hay proyectos. Perdonen, pero aquí no hay ninguno. Aquí los equipos se arman para uno o dos torneos, y si la cosa no va bien, borrón y cuenta nueva, a mayor o menor escala.
La promoción de jugadores también es un gasto y no una inversión. Todo es para ya, sin mejorías. Para el ojo del aficionado hay partidos buenos en el torneo para el nivel que tiene la liga, pero ya Nicaragua y Canadá demostraron que están un escalón encima.
Lo del FAS y el Limeño no fue un accidente, fue un serio llamado de atención que el fútbol salvadoreño está rezagado respecto a la región. Es lo que hay y no da para mucho más. El Alianza, que ha tenido relativo éxito en las ediciones pasadas de la Liga CONCACAF, es el único que falta por jugar, y por su condición de protagonista y último campeón está en la otra ronda, pero esto no garantiza que las cosas le serán favorables.
Los dirigentes deben sentarse y analizar, de lo contrario, seguirán últimos en la cola.