Sus cenizas ya están en su natal Mérida
LA CENIZAS DE MANZANERO FUERON ENTERRADAS EN UNA CEREMONÍA PRIVADA. SU HIJO, JUAN PABLO, EXPRESÓ QUE SU PAPÁ SE CONFÍO MUCHO SOBRE EL CORONAVIRUS.
Las cenizas del cantautor mexicano Armando Manzanero, quien falleció en un hospital de Ciudad de México por complicaciones con el covid-19, llegaron la noche del lunes, a la ciudad de Mérida, capital del estado de Yucatán, sureste del país.
Los restos de Manzanero, quien el pasado 7 de diciembre había cumplido 85 años, arribaron al Aeropuerto Internacional Mérida, su ciudad natal, donde fue velado en una de sus casas.
Fueron su hija, María Elena Manzanero Arjona, y su esposa Laura Elena Villa, quienes llegaron con las cenizas del compositor cuya obra dio renombre a México por el mundo.
La urna estaba protegida en un bolso y ambas mujeres salieron por una puerta especial para evitar a reporteros y medios que esperaron algunas horas para su llegada. “Mi esposo no quería homenajes (...) estamos muy dolidos”, dijo su viuda Laura Elena Villa un horas antes y señaló que la velación (velatorio) de las cenizas sería un acto “muy privado”.
El Gobierno mexicano anunció que, cuando la pandemia del coronavirus lo permita, se celebrará un gran homenaje al cantante en el Palacio de las Bellas Artes.
LECCIÓN PARA TODOS
Según su propio hijo, el también cantante Juan Pablo Manzanero, hijo del cantautor Armando Manzanero, está convencido que su “adiós” debería ser una lección para toda la sociedad que baja la guardia contra el coronavirus.
El cantante, famoso por la canción “Úneme”, le expresó a el diario mexicano Reforma: “Hay que dar un atento llamado a toda la gente a que sean más responsables, mi padre lamentablemente por esa inquietud que sufren todos, de estar cansados de estar en casa, en su cumpleaños se fue a echar ‘desmadre’, a un viaje familiar”.
La última aparición pública de Manzanero fue el 11 de diciembre pasado en su amada Mérida, capital de Yucatán, donde inauguró el Museo “Casa Manzanero”, sobre esta actividad Juan Pablo también expresó su postura con nostalgia y cierto enojo: “Y de repente veo la foto con 30 personas, sin cubrebocas, y digo: ‘qué cosa tan irresponsable’, se enfermó, a todos mis hermanos, todos los de ahí les dio covid, y a mi jefe, pues lamentablemente, con diabetes, a sus 85, y con el riñón jodido… ¡vaya, la tristeza! Le pedí a Dios que no se lo llevara en la plancha, que lo dejara llegar a su casa e irse en paz, pero es la voluntad de Dios”.