ELECCIONES PARA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
Los ojos están puestos en las elecciones del próximo 28 de febrero para diputados y para los concejos municipales. Además de las anteriores elecciones, ya se dieron los primeros pasos en el proceso para elegir cinco magistrados de la Corte Suprema de Justicia, entre ellos uno para el Tribunal Constitucional nuestro, denominado Sala de lo Constitucional. Es necesario velar por que estos jueces que irán al máximo tribunal de justicia tengan el requisito fundamental de su independencia. Independencia del poder político, del poder económico o de los diferentes grupos de presión. Ellos únicamente deben ser leales a la Constitución de la República, para estar en armonía con el artículo 172 de nuestra Carta Magna.
Este proceso de elección de magistrados pasa bastante desapercibido para buena parte de la población, centrando su interés solamente el gremio de profesionales del derecho. También le toman cuidado algunas organizaciones de la sociedad civil como Acción Ciudadana, FUNDE, FUSADES, y bien que lo hagan y que opinen más. Calificar si las acciones de los funcionarios vulneran o no los derechos constitucionales es una función delicada que convierte a los jueces en guardianes de la Constitución. No debe olvidársele a los gobernados que el mayor peligro para que no se le respeten sus derechos no depende de lo que haga el Órgano Legislativo o el Ejecutivo, sino de lo que haga el Judicial, porque este actuando con la razón y no con la pasión de los políticos, debe resolver día tras día, en definitiva, mantener el imperio de la ley y por sobre todo, la supremacía constitucional.
En diciembre pasado fui invitado para participar como ponente en unas Jornadas de Derecho Constitucional (desde luego virtuales), y en él cité la frase del exmagistrado del Tribunal Constitucional de España y destacado académico Francisco Rubio Llorente: “la justicia no es fotogénica”. Eso es cierto, aquí, allá y acullá. Aunque la sentencia cumpla todos los requerimientos y sea una pieza jurídica, siempre estará quien corra señalando defectos. Dejo constancia, que no quiero decir con ello que las sentencias no puedan ser comentadas y negársele aplausos. Si tienen falencias deben de decirse, con respeto, con fundamento jurídico. Al juez le toca resolver sobre 2 o más partes que están en un conflicto. El que fracasa en su pretensión ¿saldrá hablando bien del juez? No, dirá que es un vendido, que es un ignorante, que tuvo miedo, etcétera. El que ganó el caso ¿en virtud de qué saldrá hablando bien del juez? Si él tenía la razón tenían que dársela, por ello guardará silencio en elogiarlo. En las encuestas en todos los países la justicia no sale bien evaluada, por lo dicho antes. Me agradó ver en EUA cómo en septiembre pasado al tenerse conocimiento del fallecimiento de la jueza de la CSJ Ruth Bader Ginsburg, asistieron a rendirle homenaje largas filas de ciudadanos, a quienes ella en sus sentencias les ayudó en sus batallas por los derechos civiles. Trump la había mandado callar y le pidió que renunciara, así que para sus enloquecidos seguidores, la jueza era nefasta.
La prueba que en El Salvador queremos que se mantenga la independencia judicial y que se respete la Constitución es cómo se desarrolle el proceso eleccionario para magistrados de la Corte Suprema de Justicia. Es preciso un proceso limpio, abierto. Que no se cruce en la mente de nadie distorsionarlo.
Aunque la sentencia cumpla todos los requerimientos y sea una pieza jurídica, siempre estará quien corra señalando defectos.