Washington se parapeta para juramentar a Biden
s un aire similar al que se respiraba a principios de siglo, cuando las inmediaciones del centro de Washington se cerraron al público tras los ataques del 11 de septiembre de 2001. Hay una tensión parecida. Hay vallas metálicas. Muchos uniformados con armas largas. A 48 horas de que Joseph Biden jure como 46o. presidente de los Estados Unidos, la capital es una escena sacada de una película de guerra.
Aunque, en realidad, Washington ha estado encerrada en sí misma desde marzo de 2020, cuando suspendió su actividad económica casi por completo por la pandemia. La tensión política solo ha sumado al aislamiento en que sus habitantes, incluidos miles de salvadoreños y sus descendientes, han vivido en los últimos meses. Esa tensión se podía respirar ayer en las calles de la ciudad.
El llamado Mall, la enorme franja de parques y monumentos alrededor de la cual se asientan la Casa Blanca y el Capitolio está cerrado al tráfico común. Ayer, muy pocos viandantes se animaban a aventurarse más allá de la Avenida Pensilvania, la arteria vial que une ambos edificios y sobre la cual, tradicionalmente, circula la caravana que lleva al presidente electo hasta la escalinata del Capitolio para jurar y tomar posesión de su cargo.
En enero de 2017, cuando Donald Trump juró como presidente, la previa de aquel evento era también, un tanto gris: el magnate neoyorquino haría el recorrido por la Pensilvania tras ganar el colegio electoral en una elección que revivió uno de los esqueletos que Estados Unidos guardaba en el clóset de su historia, el del racismo. Otros temores, que hace cuatro años eran apenas insinuaciones, como la vuelta de la Unión Americana a su faceta más aislacionista o el uso de la desinformación como argumento de gobierno, apenas asomaban.
Después del cuatrienio Trump, los más
Efervientes simpatizantes de su ideario, azuzados por el líder, terminaron de convertir los temores en una nueva realidad en la que cosas como la irrupción de gente armada a la sede del Legislativo podían ocurrir. Y ocurrió, el 6 de enero, día en que la ciudad empezó a vivir lo que hoy se respira tras meses de pandemia: a las tensiones económicas que el encierro por el coronavirus trajo a la ciudad se une, hoy, una bulla política sin precedentes.
Todo eso bajo la atenta mirada de unos 25,000 guardias nacionales llegados a la ciudad, quienes, a su vez, son vigilados por el gobierno federal ante sospechas de que entre ellos pueda haber fanáticos del trumpismo tentados a repetir los exa