“EL CONOCIMIENTO ES PARA SER COMPARTIDO”
Dos adolescentes impartieron clases de inglés, de forma gratuita, durante la pandemia, a niños y adolescentes de escasos recursos.
ndrea y Pablo son hermanos. Tienen 11 y 13 años, y este año cursarán sexto y séptimo grado, respectivamente. Según su madre, Lorena Alberto de Munguía, ambos suelen terminar cada año en el primer lugar del cuadro de honor escolar. Son casi bilingües y es esta competencia la razón de este relato.
Sentados en la sala de su casa, en Santa Tecla, los adolescentes cuentan cómo surgió la iniciativa de crear el proyecto “Kids for the future”, por medio del cual enseñaron inglés, de forma gratuita, a unos 15 niños y adolescentes, de entre 9 y 15 años, durante siete meses.
La idea nació luego de una conversación con unos primos y primas suyos que viven en el cantón Patamera, en Nombre de Jesús, Chalatenango: “Ellos querían aprender inglés, pero son de escasos recursos y nosotros queríamos darles la oportunidad”, contó Andrea.
“Iniciamos con mis primos, pero luego mi mamá fue invitando a más niños; por ejemplo, a la hija de una compañera suya que es maestra y que tampoco puede permitirse pagar una academia”, agregó Pablo.
Los hermanos comenzaron a aprender el segundo idioma en las aulas de su colegio, pero llevan ya dos años asistiendo a clases en una academia privada.
Entre junio y diciembre, Andrea se encargó de preparar
Alos contenidos de las clases, Pablo las impartió y Lorena administró el proyecto, con recelo, verificando quién se sumaba a la plataforma Zoom para garantizar la seguridad de los niños y adolescentes.
Sábado a sábado, Andrea y Pablo ofrecieron dos horas de clases con un método que describen como “no aburrido”, ya que se esmeran por implementar una metodología para “aprender jugando”.
“Lo que buscamos es que sea entretenido para ellos, porque solo escuchar teoría por tres o cuatro horas sin hacer nada más que estar sentados se vuelve tedioso, por eso tratamos de practicar con juegos como Show me, Show me (Muéstrame, Muéstrame)”, explicó Pablo. “Han avanzado mucho, han aprendido más vocabulario, más verbos y lo agradecen mucho”, añadió Andrea.
Andrea y Pablo también han tenido que hacer sacrificios. Los ingresos de sus padres se vieron reducidos al grado de que el año pasado tuvieron que cursar el año escolar en un centro educativo distinto. Sin embargo, en lugar de protestar o lamentarse, valoraron la oportunidad: el cuadro de notas finales de Andrea está repleto de números 9 y en el de Pablo son más las materias con 10.
Andrea, además, es alumna del Centro Nacional de Artes (CENAR), le gustan el dibujo y la pintura, mientras que Pablo
ha competido hasta en concursos de robótica.
La próxima jornada de su proyecto “Kids for the future” comenzará el próximo sábado 23 de enero.
Su objetivo es que cada vez más niños y adolescentes se sumen, pero hay un problema, el mismo problema en el que ya han hecho énfasis expertos en educación: hay zonas muy remotas en las que no hay conectividad.
Por mucha voluntad que tengan Andrea y Pablo, quienes inclusive de sus ahorros han puesto recargas de datos que, de dólar en dólar, algunos sábados llegaron hasta los 15 dólares, los dispositivos electrónicos se vuelven inútiles sin una señal que pueda conectarlos a Internet.
“Nosotros no buscamos un reconocimiento para nuestra familia, no buscamos un beneficio propio, sino que se les puedan facilitar las condiciones a niños que lo necesitan para que puedan aprender”, expresó Pablo.
En otra de sus hazañas, participaron en un concurso en redes sociales para intentar ganar una tablet y regalársela a cinco niñas que solían conectarse desde un solo teléfono para poder aprender inglés, pero el dispositivo colapsó. No ganaron la tablet, pero sí un vale de supermercado por $50 con el que adquirieron el mejor teléfono que pudieron y lo llevaron hasta el “sumamente remoto” hogar de estas cinco niñas.
Lorena Alberto de Munguía, MADRE DE ANDREA Y PABLO.