LA FUERZA DE LAS IDEAS
Necesitamos devolver la fuerza a nuestras ideas, reafirmarlas y dejar a los partidos políticos en segunda instancia, ejerciendo su tarea de educadores políticos antes que reclutadores, como siempre debió ser...
Es lamentable aceptar que nuestro razonamiento político comenzó a disiparse dieciocho años atrás, cuando la derecha, cegada por la ambición, caía engañada por un deslumbrante y elocuente personaje, quien se apoderó del partido político más sólido que nuestro país haya tenido. Era el comienzo de un gran negocio y la malversación de la política ideológica.
Luego, apareció en la izquierda otra deslumbrante y elocuente versión de populismo repitiendo la historia en el partido más fuerte de la izquierda contemporánea, relegándolos al silencio y a observar cómo su identidad se diluía en un balde de corrupción e ineficiencia.
Ya cargando a nuestros hombros quince años de gobiernos que debilitaron a sus respectivos partidos, apareció en la escena un tercer personaje; alucinante, sin mayor oferta que la de acabar con los corruptos del pasado y los partidos políticos que les cobijaron. Prometió terminar con una etapa oscura, sin tener luz para iniciar la nueva. Esta tercera versión al hilo del populismo es la confección a la medida de un líder revolucionario moderno, con su versión de exportación, de un mandatario de primer mundo...
No podemos olvidar la deuda pendiente en el castigo a los corruptos del pasado, ni la obligación de sumar a los corruptos del presente; en su mayoría, desertores de ARENA y FMLN, hoy refugiados bajo la falda del nuevo gobernante, quien en menos de dos años superó las arbitrariedades de sus antecesores.
Así quedó en la historia la especulación de dos años atrás, cuando se pensaba que difícilmente un nuevo gobierno sería peor que el de sus anteriores... lamentablemente, no fue así.
Enfrentamos la agonía del mundo de las ideas, de la capacidad y libertad del pensamiento, pero aún es tiempo de rescatar esas facultades y demostrar que las ideas son el alma que da vida a cualquier nación.
Aún recuerdo la celebración de los acuerdos de paz y la esperanza de ver un país en donde reinaran el progreso y la libertad. Conseguir la paz e iniciar la reconstrucción del país fue alentador; sin embargo, los años pasaron y en los últimos dieciocho, la esperanza se ha divagado entre una niebla de intereses oscuros.
La política ha cambiado, la tecnología nos ha cambiado, la cultura y el pensamiento crítico están desapareciendo. Fiel a mis ideas, continúo creyendo que, dentro del concepto genérico de derecha, están los únicos capaces de volver a levantar a este país. La sociedad no es la misma –acomodarse fue y será siempre un error.
A veintinueve años de iniciada nuestra nueva era democrática, estamos inmersos en un mundo de mentiras, dependiendo de la identificación casi religiosa a un líder que nos aleja de aquellos logros, de nuestras identidades ideológicas, y más peligroso aún, de nuestra verdadera historia e identidad cultural.
Vamos hacia la consolidación de una sociedad conformista, acomodada a la carencia y dependencia del Estado, vamos hacia abajo y a la completa oscuridad si no educamos al pueblo y le damos el poder de pensar.
Hagamos un esfuerzo por volver a defender nuestras ideas, reencauzar el rumbo y recuperar el entusiasmo democrático.
Vamos hacia abajo y a la completa oscuridad si no educamos al pueblo.