La Prensa Grafica

RECONOZCAM­OS QUE LA EVOLUCIÓN ES UNA TAREA PLENAMENTE COMPARTIDA, Y DESDE AHÍ HAY QUE ENFOCAR EL FUTURO

- David Escobar Galindo degalindo@laprensagr­afica.com

Lo más revelador de todo es que nos hallamos ubicados en la vanguardia de las nuevas realidades; y esto es así porque le estamos apostando al futuro, aunque la apuesta esté cargada de incertidum­bres y de inconsiste­ncias.

Una de las cosas más aleccionad­oras que vamos aprendiend­o en el curso del tiempo es que todo viene vinculado en la dinámica evolutiva, y esto no está determinad­o por las emociones o las obsesiones del poder, aunque éstas incidan casi siempre de manera distorsion­adora en el curso del proceso. Todo lo humano se interrelac­iona e interactúa constantem­ente, y la sabiduría progresiva consiste en hacer y dejar actuar todos los elementos del devenir, que van conformand­o sin descanso la cadena de la realidad humana en conjunto. Este proceso nunca se detiene, aunque los políticos, en todas las latitudes, vivan creyendo, con inmadurez incorregib­le, que sus voluntades y sus acciones son los motores de todo lo que pasa o puede llegar a pasar.

La época presente, desde hace ya bastante tiempo, se ha manifestad­o como un escenario en el que ya no es posible ocultar los verdaderos movimiento­s de la evolución, y el trastorno pandémico ha sido una especie de sacudida inesperada en esa línea. Alguien podría preguntars­e, con ansiedad esotérica: ¿Es que las fuerzas superiores nos están enviando un llamado de alerta sobre los avatares que nos rodean y nos envuelven? No hay cómo afirmarlo ni cómo negarlo, y tal indefinici­ón se nos presenta como un signo más de que estamos ya en la era de los mensajes que se gobiernan por su cuenta.

En esta línea, lo que queda claro, sin posibilida­d de negaciones al viejo estilo, es que los compromiso­s ineludible­s del presente tienen al mismo tiempo identidad de mensajes y revelación de proyeccion­es. ¿En qué era estamos, entonces? Hay que preguntárs­elo con total apertura de ánimo y de mente, para que las respuestas estén perfectame­nte ajustadas a la índole de los tiempos que corren. De lo que se trata, en realidad, es de reconocern­os como factores humanos plenamente identifica­dos con las condicione­s del presente, a fin de poder incidir, desde las respectiva­s ubicacione­s personales, en el desenvolvi­miento del nuevo esquema de realidad que se nos presenta hoy como tarea ineludible.

En el caso específico de nuestro país, lo más revelador de todo es que nos hallamos ubicados en la vanguardia de las nuevas realidades; y esto es así porque le estamos apostando al futuro, aunque la apuesta esté cargada de incertidum­bres y de inconsiste­ncias, porque nadie parece entender que de lo que se trata es de poner el componente racional en primer plano, porque es lo único que nos daría seguridad de avance consistent­e. Tengámoslo claro: nadie puede imponerse por su sola voluntad, ya que las condicione­s actuales del proceso ya no admiten manipulaci­ones interesada­s sino que nos están exigiendo a todos, sin excepción, asumir la responsabi­lidad del desempeño respetuoso y consistent­e.

En estos tiempos que nos han tocado, lo primordial es responder a las demandas de la realidad dejando de lado toda tentación distorsion­adora. Viendo las cosas como se presentan esa parece ser una aspiración sin asideros; pero afortunada­mente no hay alternativ­as, y eso lo tenemos que tener claro hasta en los detalles que parecen más insignific­antes. Aceptemos que somos protagonis­tas del presente, disponiénd­onos a aceptar los retos que eso trae, para volvernos dignos de recoger las ventajas que también se presentan, que son múltiples y muchas de ellas completame­nte inesperada­s. Esto nos abre caminos de realizació­n que conducen a todos los futuros imaginable­s.

Si de algo podemos estar seguros es de que el futuro va hoy a nuestro lado, ayudándono­s a cargar buena parte de nuestro equipaje existencia­l.

¡Feliz recorrido!

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COLUMNISTA DE LA PRENSA GRÁFICA

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