La Prensa Grafica

EL ABORTO QUE LLEVAMOS DENTRO

- José Afane

En 1955, la revista cubana “Bohemia” hizo un reportaje sobre El Salvador, mismo que relataba que la campesina salvadoreñ­a, en su último mes de embarazo, mantenía a su lado una botellita con 25 centavos de alcohol para esteriliza­r el cuchillo con el que cortaría el cordón umbilical de su bebé al momento de nacer. Menciona el artículo, que si el bebé nacía muerto, la campesina lo tenía que enterrar en la finca de sus patronos para que sirviera de abono.

La ley de la selva imperaba en 1955 y sigue imperando. Todo niño tiene derecho a ser feliz y a recibir techo, salud y educación. Lamentable­mente hay casos, como el de Bohemia, en los que los niños siguen siendo tratados como animales.

Nueva Zelanda autoriza el aborto antes de la semana 20 de gestación, si y solo si la salud de la mamá está en riesgo, y cuente con el aval de 2 médicos. Quiero aclarar que no estoy a favor del aborto, tema espinudo cubierto por la revista cubana en 1955, y que muchos, 66 años después, nos seguimos haciendo los locos. Desde ese año, hasta el presente, la diferencia es solo el uso del celular en el campo. (La tal Manuela era analfabeta con celular).

Según la ley de Nueva Zelanda, una madre embarazada, independie­nte de ser madre soltera, no puede ser abandonada, denigrada, ni marginada; y a estos delitos les cae el mismo peso de la ley como practicar un aborto no autorizado. Entendamos que una mujer embarazada trae una vida con el derecho de nacer feliz y desarrolla­rse dignamente. El que lo impida, inclusive después de los 9 meses de gestación, termina en la cárcel. “Aborto en vida”, le llama a semejante delito la ley neozelande­sa.

Una mujer embarazada merece respeto, cuidado y atención de nuestra sociedad; es nuestro deber velar por el porvenir de la criatura y cuidar a las futuras generacion­es. Marginar e ignorar el embarazo o darle la espalda a la madre nos lleva a la ley de la selva.

Con mayor educación y menor pobreza, los casos de aborto bajarían drásticame­nte. Más claro no canta un gallo; mientras no nos hagamos cargo de combatir la miseria de nuestro país, y solo pensemos en la salud y educación de los que están bajo nuestro techo; mientras no hagamos nada contra los políticos que roban y corrompen; mientras solo demos lo que nos sobra, dizque haciendo caridad, desgraciad­amente, El Salvador no va a cambiar.

Basta ya de brazos cruzados. Está en nuestras manos ayudar más allá de la zona de confort; influir e insistir para que las cosas cambien. Ni los gobiernos, ni los grupos de poder reaccionan. Es tarea de todos.

El hombre que embaraza a una mujer debe entender el peso de responsabi­lidad social que ha adquirido con su fertilidad. Una responsabi­lidad, compartida con su pareja, para que la nueva vida nazca y se desarrolle con salud, educación y felicidad. Quitarle la vida a un bebé en camino tiene que ser penado por la ley, al igual que marginar a una mujer embarazada. La mujer embarazada no debe ser condenada ni expulsada de cualquier ambiente familiar ni social. “ABORTO EN VIDA”.

Debemos entender que todo el mundo, incluyendo la mujer embarazada, se merece una vida mejor. No a la marginació­n, no a la denigració­n, no a la ley de la selva.

Quitarle la vida a un bebé en camino tiene que ser penado por la ley, al igual que marginar a una mujer embarazada.

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COLUMNISTA DE LA PRENSA GRÁFICA
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POR EL IMPERIO DEL DERECHO

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