“Se perdió el rumbo de la agricultura (...) No han habido políticas, créditos ni apoyo para la comercialización".
de gobernanza, gestionar normativas y leyes importantes como una ley de cuencas, ley de agua y de estímulos forestales.
Como parte del Corredor Seco de Centroamérica, el país vive a expensas de la variación extrema de las precipitaciones y la temperatura lo cual es una amenaza para la seguridad alimentaria de la población. Estas condiciones se agravan especialmente por los altos niveles de deforestación que generan degradación de tierras y estrés hídrico.
“Principalmente el llamado es a proteger los bosques y paisajes forestales por todos los beneficios que nos generan: fijan nitrógeno al suelo, capturan CO2, permiten la infiltración de agua en los suelos para que se pueda almacenar en los acuíferos esto es fundamental para poder garantizar agua para todos los múltiples usos”, explicó Recalde.
Los bosques ofrecen mucho más, como aire fresco, frutos y productos de alta nutrición y brindan espacio de recreación y sombra. “A pesar de estos beneficios 10 millones de hectáreas de bosques son afectadas anualmente en el mundo; y 2 mil millones de hectáreas de tierra son degradadas. Si perdemos bosques y degradamos suelos nos quedamos sin agua”, enfatizó Recalde.
La pérdida de bosques hace que “el clima” se vaya calentando, de hecho la temperatura alrededor de un árbol se reduce entre 2 y 5 grados.
El Decenio de la Restauración de Ecosistema de Paisajes fue propuesto en Nueva York por El Salvador, y RECLIMA nace de esa propuesta y de la necesidad que tiene el país para invertir y hacer acciones importantes en el área de restauración de paisajes y ahondar en investigación.
Es así como se apoya al Banco regional de semillas forestales a través del CENTA (Centronacionaldetecnologíaagropecuaria y Forestal) y se promueve una producción más verde con incentivos para promover la diversificación de producción.
La gran pérdida de bosques en El Salvador ha influido para que tenga los niveles más bajos de metros cúbicos per cápita anuales llegando cerca del estrés hídrico. “Se trata de un país pequeño con suelos altamente degradados que no captan agua, no son protegidos. Estimamos que cuesta mil dólares por hectárea cubrirla con todo tipo de especies. Es una estrategia de mediano y largo plazo”, dice Recalde.
Este trabajo implica no solo la compra de nuevas especies, la siembra y mantenimiento, sino además el trabajo de cada propietario para sembrar otros cultivos simultáneos con el fin de asegurar su manutención como café, cacao y frutales (productos que el país importa casi en totalidad).
El funcionario hace énfasis en que colaboran con el Plan Nacional del Agua y que se busca un diálogo porque “una ley de agua no puede ser unilateral, involucra comunidades, municipios, actores locales, productores de diferente tipo y nivel, todos tienen intereses”.
Añade que si la ley no se discute en lugar de ser un bien será todo lo contrario. “Debe haber socialización, participación y un acuerdomínimoentretodoslosactorespara verelproblemademaneraintegral.debeestablecer tarifas adecuadas, el agua no puede ser gratis, debe tener un costo razonable para que tampoco sea un peso para la eficiencia empresarial y las tarifas de agua para el consumo humano no pueden ser subsidiadas para todo el mundo. No puede ser que en los barrios finos de la capital se paguen $3, eso no alcanza para mantener un sistema de calidad y para el buen servicio. Esta ley además debe promover la reforestación con estímulos forestales”, dice.
Recalde explica que los sistemas agroalimentarios en El Salvador deben tener una visión sistémica, no se puede ver la producción desligada del agua y de los bosques.
“Se perdió el rumbo de la agricultura y ahora la producción está en un declive total, por ejemplo el café va a tener la menor producción de la historia este año, por debajo de los 500 mil quintales, cuando alguna vez produjo 3.5 millones y la producción del país era récord en casi todos los cultivos. No han habido políticas, créditos ni apoyo para la comercialización de productos nacionales, ha habido un abandono del campo”, añadió.
Finalmente, dice que el modelo de consumo que predomina hoy en día, motivado por la remesas, no es un modelo sostenible ni beneficioso, es necesario retomar la agricultura , reducir las importaciones de hortalizas y frutas para generar nuevos empleos que además sean verdes.