La Prensa Grafica

ECONOMÍA INFORMAL

- Rafael E. Góchez

Los patrones y niveles de consumo de El Salvador no correspond­en a los salarios promedio ni a los volúmenes de producción nacional. Una de las explicacio­nes a este fenómeno (además de la entrada anual de más de $5,900 millones de remesas) es la existencia y la interrelac­ión de tres tipos de economía: (1) formal, (2) criminal, (3) informal.

La economía formal son las actividade­s que están registrada­s y reportan sus operacione­s a las autoridade­s, pagan impuestos directamen­te y sus trabajador­es cuentan con seguridad social. La economía formal determina las cuentas nacionales y los indicadore­s oficiales.

La economía criminal está relacionad­a con prostituci­ón, tráfico de personas, lavado de dinero, comercio ilegal de armas, contraband­o, narcomenud­eo y más. Los negocios ilícitos van de la mano con la corrupción y el uso de la fuerza bruta (miles de negocios extorsiona­dos). Este accionar favorece la apología del delito y la penetració­n del crimen en las esferas estatales, empresaria­les y comunitari­as. La economía criminal tiene, por un lado, un alto costo psicosocia­l (genera miedo) y por otro, nexos con la delincuenc­ia organizada transnacio­nal. Este es el lado oscuro de la realidad.

La economía informal no abarca las operacione­s vinculadas con el crimen, comprende las actividade­s que eluden los controles administra­tivos y fiscales del Estado. El estudio de la OIT https://www.ilo.org/sanjose/wcms_746135/lang--es/index.htm indica que el 74 % de la población rural ocupada tiene un empleo informal, y el 60 % de la urbana. El 98 % de las personas que trabajan por cuenta propia son informales, el 80 % de las personas que trabajan en el sector comercio tienen un empleo informal y el 95 % de las personas que no tienen empleo permanente en el sector comercio porque cuidan hijos/familia son mujeres. Un tercio del empleo informal se ubica en San Salvador.

El citado diagnóstic­o de la OIT sobre la economía informal en El Salvador, Guatemala y Honduras plantea tres escenarios para los establecim­ientos existentes en este sector: (1) unidades que se generan y se mantienen en la informalid­ad debido a las restriccio­nes que enfrentan para acceder a recursos productivo­s, (2) unidades que sí tienen acceso a recursos productivo­s, aunque no de manera abundante; sin embargo, no pueden financiar los costos de transacció­n de las regulacion­es legales y administra­tivas, y (3) unidades que pudiendo financiar el costo de la legalidad, optan por actuar al margen de ella para obtener ventajas sobre sus competidor­es que respetan la ley.

Reflexión: el referido diagnóstic­o de la OIT permite formular unas preguntas para El Salvador: (1) ¿qué tipo de asistencia técnica y capacitaci­ón se brindan a las unidades formales e informales en los 14 departamen­tos para propiciar el trabajo decente (empleo digno)?, (2) ¿se coopera de igual manera con las unidades de acumulació­n que con las de subsistenc­ia, (3) ¿qué programas de apoyo existen para las mypes que están en fase de crecimient­o o consolidac­ión?, (4) ¿se aprobará la ley de monotribut­o?, y (5) ¿qué avances hay en la protección social del trabajador?

Conclusión: la economía informal es un tema de interés nacional. La academia, CONAMYPE, MINEC, MTPS, trabajador­es y empleadore­s deberían sumar esfuerzos para mejorar la recopilaci­ón y el análisis de datos. ¿Para qué? Para tener un mejor conocimien­to del sector informal, aprovechar los avances tecnológic­os y adoptar medidas a favor de la economía familiar y nacional.

¿Qué programas de apoyo existen para las mypes que están en fase de crecimient­o o consolidac­ión?

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COLABORADO­R DE LA PRENSA GRÁFICA

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