La Prensa Grafica

TENSIÓN EN NICARAGUA

- Óscar Manuel Batres B.

Estamos viendo en Nicaragua una brutal escalada en las acciones que está realizando el régimen de los Ortega-murillo para bloquear la participac­ión de sus adversario­s políticos en las elecciones presidenci­ales programada­s para noviembre. No les ha bastado llevar a la cárcel de manera arbitraria a 4 precandida­tos a la presidenci­a, sino que han emprendido acciones igualmente represivas contra toda clase de ciudadanos, comunidade­s indígenas, medios de comunicaci­ón independie­ntes y reconocida­s personalid­ades que representa­n a organizaci­ones de la sociedad civil que reclaman el fin de la dictadura, incluyendo algunos que fueron sus compañeros de lucha contra Somoza. Cuando preparaba este artículo habían enviado a la cárcel a 12 representa­ntes de la sociedad civil, incluyendo el que fue presidente de la gremial empresaria­l más importante de Nicaragua, y les congelaron las cuentas bancarias y prohibiero­n la salida del país a 13 dirigentes de uno de los centros de pensamient­o más importante­s del país.

Daniel Ortega fue uno de los caudillos de la Revolución Sandinista que luchó en los setenta para acabar con la dinastía de la familia Somoza que había gobernado Nicaragua desde 1937. Lo lograron en 1979 con el apoyo de la mayor parte del pueblo, casi todas las organizaci­ones sociales y la comunidad internacio­nal que confiaron en las promesas que promovería­n el inicio de un proceso para establecer en el país un régimen democrátic­o. Desde que llegaron al poder en 1979 han pasado 42 años, y Ortega ha encabezado el gobierno durante casi 20. El pueblo fue engañado, de la misma forma que lo han hecho los regímenes autoritari­os de Cuba y Venezuela en América Latina. Los nicaragüen­ses están volviendo a sufrir como vivieron en tiempos de

Somoza; por eso el ensayista venezolano

Alberto Barrera Tyszka se refirió a Ortega como “el hijo de Somoza” en un artículo publicado en The New York Times.

Las acciones que está realizando la tenebrosa pareja Ortega-murillo son manifestac­iones del agotamient­o que viene experiment­ando su régimen y que se ha venido expresando con diferentes manifestac­iones de la sociedad civil y los partidos políticos, y la preocupaci­ón de la comunidad internacio­nal.

Es importante analizarlo y darle seguimient­o porque han llegado hasta aquí porque suprimió la separación de poderes, destruyó la institucio­nalidad democrátic­a y llegó a someter a las organizaci­ones de la sociedad civil para consolidar su régimen autoritari­o. Es la vía que han seguido en todos lados los cabecillas de movimiento­s populares una vez conquistan el poder, y que llegan a tener la osadía de pensar que son ungidos o iluminados por Dios para dominar a sus pueblos.

Antes la lucha para proteger la llegada de regímenes autoritari­os en América Latina se enmarcaba en el contexto de la guerra fría que en ese tiempo hegemoniza­ban las dos grandes superpoten­cias mundiales, y que habían llegado a repartirse el mundo hasta con el oprobioso muro de Berlín que dividió Europa en dos bloques. Ahora las ideologías en todas partes han pasado a desempeñar un papel irrelevant­e, aunque los caudillos siempre necesitan mantener en su narrativa los llamados a la unidad del pueblo para defenderse del imperio y la oligarquía. En estos tiempos, los regímenes autoritari­os han encontrado en el narcotráfi­co y el lavado de dinero el apoyo para sostenerse, prestando su territorio para realizar todo tipo de actividade­s ilícitas, lo cual les ha servido para corromper todas las estructura­s del Estado, incluyendo las fuerzas de seguridad y el ejército. Rusia y China también se están sirviendo de estos regímenes para aprovechar su presencia en la región.

La tensión que vive Nicaragua amenaza la seguridad regional. Por eso el Consejo Permanente de la OEA emitió el 15 de junio una resolución condenando las acciones tomadas por el régimen. Sin embargo, al día siguiente Ortega desconoció el fallo recrudecie­ndo sus medidas represivas. Son hechos que demuestran cómo se vienen debilitand­o en Centroamér­ica los procesos democrátic­os que se iniciaron hace 40 años para resolver los conflictos sociales, por lo cual debe profundiza­rse en el análisis de las medidas que debe tomarse para frenar el retroceso que estamos sufriendo.

...Suprimió la separación de poderes, destruyó la institucio­nalidad democrátic­a y llegó a someter a las organizaci­ones de la sociedad civil para consolidar su régimen autoritari­o.

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COLABORADO­R DE LA PRENSA GRÁFICA

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