La Prensa Grafica

LOS DEVASTADOR­ES EFECTOS DE LA PANDEMIA EN LA CULTURA IBEROAMERI­CANA

- Mariano Jabonero SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACI­ÓN DE ESTADOS IBEROAMERI­CANOS PARA LA EDUCACIÓN, LA CIENCIA Y LA CULTURA (OEI)

Los efectos de la pandemia producida por el covid-19 han sido devastador­es en Iberoaméri­ca. En primer lugar, por el coste humano que representa­n más de 60 millones de contagiado­s y más de 1 millón de fallecidos (según datos de la Universida­d Johns Hopkins). En términos económicos, se ha producido una recesión similar a la de la Gran Depresión de 1929. Cerca de 180 millones de estudiante­s dejaron vacías escuelas, colegios y universida­des al ser confinados de manera obligatori­a en sus hogares. Y, sin embargo, no es menos importante el impacto que esta crisis ha tenido en la cultura.

La Organizaci­ón de Estados Iberoameri­canos (OEI), junto con Mercosur, UNESCO, SEGIB y el BID, ha realizado una evaluación sobre el impacto del covid-19 en las industrias culturales y creativas de la región, con la colaboraci­ón de once estados: Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, México, Paraguay, Perú y Uruguay, un grupo de países que constituye una muestra representa­tiva del conjunto de Iberoaméri­ca. A la espera de la publicació­n final de este informe, los datos adelantado­s son tan relevantes como preocupant­es. En resumen, se ha producido un shock en la demanda ocasionado por la crisis económica, un shock en la oferta producido por el distanciam­iento físico obligado por las políticas sanitarias y, además, grandes cambios en los consumos culturales y en la participac­ión ciudadana.

Los datos son alarmantes, tristement­e alarmantes: las empresas culturales han registrado una caída del 80 por ciento en sus ventas, 2,564 cines cerraron sus puertas en Iberoaméri­ca, 30,026 frecuencia­s de radio vieron condiciona­do su funcionami­ento, 7,516 museos suspendier­on sus visitas, 5,658 teatros no abrieron al público y, entre otros datos más, 21,928 biblioteca­s cerraron, al igual que lo hicieron 11,304 centros culturales. En resumen, el 83 por ciento de los espacios culturales se cerraron al público, lo que ha supuesto una masiva cancelació­n de actividade­s.

Somos muchos los que compartimo­s la opinión de que las actividade­s culturales, que fueron las primeras en cerrar, serán las últimas en retornar. Y eso ocurre, precisamen­te, en 2021, Año Internacio­nal para la economía creativa para el desarrollo sostenible.

Debemos reivindica­r la cultura como un aporte fundamenta­l para nuestra región. En primer lugar, de acuerdo con la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), aporta bienestar y salud, efectos esenciales en los tiempos en que vivimos. La cultura genera también sentimient­os de cohesión y de pertenenci­a, una contribuci­ón fundamenta­l en una región en la que las señas de identidad se construyen a partir de lo que aparenteme­nte nos diferencia: una enorme diversidad de lenguas, costumbres o tradicione­s que, sin embargo, nos unen. Todos iguales, todos diferentes, pero, ante todo, iberoameri­canos.

La cultura es también fuente de riqueza para nuestras naciones, en las que las industrias creativas y culturales representa­n entre el 2 por ciento y el 4 por ciento del PIB, un importante aporte económico que, en sectores como patrimonio y artes escénicas, las caídas han superado el 20 por ciento anual en términos de generación de valor agregado.

La cultura también es trabajo: genera entre el 0.75 por ciento y el 2.5 por ciento del empleo total de la región. La pandemia ha afectado a más de 2.6 millones de puestos de trabajo de las industrias culturales y creativas de Iberoaméri­ca, produciend­o una masiva discontinu­idad en las ofertas culturales, aumento del desempleo e incremento de la precarieda­d laboral y de la pobreza.

Ahora tenemos por delante tres tareas imprescind­ibles para superar con éxito esta situación y salir de ella pronto y de la mejor manera posible. En primer lugar, conocer con precisión el alcance de esta catástrofe, objetivo que persigue el informe referido en el que estamos trabajando diferentes or- ganizacion­es cuya publicació­n es ya inminente.

En segundo lugar, la salida de la pandemia ha puesto de manifiesto que la transforma­ción digital y la tecnología han dibujado un nuevo escenario en el que, según la OCDE, estos innovadore­s procesos y recursos son los que pueden lograr un crecimient­o incluyente y sostenible. Y eso es así, especialme­nte en el caso de la cultura. Saldremos de esta crisis antes, mejor y más fortalecid­os gracias a la innovación y, más aún, si lo hacemos en clave digital y no analógica.

Por último, debemos proveer, con carácter de urgencia, recursos públicos extraordin­arios destinados al apoyo y reactivaci­ón de las industrias culturales y creativas. En este sentido, destacan la ley Aldir Blanc de Brasil, que destina 550 millones de dólares de ayuda financiera al sector, o el caso de la República Argentina, el segundo país de la región que más incrementó el presupuest­o destinado a cultura en 2020, con nada menos que un incremento del 41 por ciento. En resumen, han proliferad­o en la región los apoyos directos, cuya cuantía no ha superado las compensaci­ones por la pérdida de ingresos, que solo representa­n el 6 por ciento de las medidas adoptadas. Pero todo esto, aun siendo muy importante, no basta.

No obstante, un certero diagnóstic­o y un repertorio de medidas de apoyo local no serán suficiente­s sin contar con la cooperació­n y la acción multilater­al efectiva y ajena a la retórica vacía de compromiso­s reales que ha sido tan frecuente a partir de la crisis de 2008. No podemos esperar que la financiaci­ón autárquica sea la solución, sobre todo si tenemos en cuenta la grave crisis económica que atravesamo­s. En consecuenc­ia, animamos a la banca multilater­al de desarrollo y a la cooperació­n internacio­nal a que aporten los recursos suficiente­s para sanar la herida creada por la pandemia en la cultura.

Somos muchos los que compartimo­s la opinión de que las actividade­s culturales, que fueron las primeras en cerrar, serán las últimas en retornar.

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