EL BITCÓIN Y LA INSEGURIDAD JURÍDICA
El sábado 5 de junio el presidente de la República anunció en un evento internacional, ante una audiencia extranjera, que El Salvador adoptaría el Bitcóin como moneda de curso legal. El 8 de junio, mientras sesionaba la Asamblea Legislativa, la ministra de Economía presentó ante el congreso el proyecto de ley. A las siete pm el partido oficial solicitó modificar la agenda de la plenaria para incorporar ese proyecto, y a la medianoche se aprobaba la Ley Bitcóin.
Mientras se aprobaba la ley, el presidente y su hermano hablaban distendidamente en un foro de Twitter con un grupo de extranjeros sobre lo que en ese momento se discutía en la Asamblea. Bukele nunca creyó necesario que una decisión tan trascendental en política monetaria debía discutirse previamente en la sociedad salvadoreña. Ni siquiera creyó necesario anunciarla a la sociedad salvadoreña. Su público meta era un sector de extranjeros, y a los salvadoreños les quedaba aceptar las medidas que él y su dócil bancada decidían aprobar.
El presidente, que ha sido bastante claro en que su norte no lo definen principios ni ideas sino el termómetro de la opinión pública, se llevó la sorpresa de que mucha gente rechazó la medida. Eso lo llevó a, finalmente, dar una explicación (o intentar darla) hacia los salvadoreños; y ahora sí en idioma español.
Aquel 8 de junio, mientras la ley se aprobaba, decía en inglés a ese auditorio extranjero en Twitter: "El Bitcóin será moneda de curso legal, y como moneda de curso legal, es un mandato aceptarlo en cada transacción". En cadena nacional del 23 de junio explicaba a los salvadoreños: "Un comercio puede aceptar Bitcóin, pero no recibirlo". La Ley Bitcóin expresa que a quien le dijo la verdad es a los extranjeros y no a los salvadoreños; el artículo 7 dice: "Todo agente económico deberá aceptar bitcóin como forma de pago cuando así le sea ofrecido por quien adquiere un bien o servicio".
A pesar de la claridad inconsulta de dicho artículo, las explicaciones del presidente a los salvadoreños dista mucho del sentido convencional que se le ha otorgado a las palabras. Es una interpretación incoherente hasta que no se derogue esa disposición legal.
Parece que tras el caos jurídico que privó en la pandemia se pretende imponer un sistema normativo en el que las reglas las fijan las palabras e interpretaciones del presidente y no las leyes. Se pretende que en El Salvador nos rija lo que el presidente quiera o comprenda, restando cualquier relevancia del trabajo que puede hacer una Asamblea Legislativa, que de paso, lo poco que hace es de manera genuflexa.
La aprobación de la Ley Bitcóin a espaldas de los salvadoreños y sin una discusión suficiente está viciada de inconstitucionalidad por violar los principios de deliberación y de publicidad parlamentaria.
Además, adoptar como moneda legal un cripto activo que destaca por su volatilidad y su susceptibilidad a ser un instrumento de lavado supone una clara violación al art. 111 de la Constitución, que dispone que la política monetaria debe "promover y mantener las condiciones más favorables para el desarrollo ordenado de la economía nacional". Un hombre y sus hermanos decidieron ir a jugar al casino no con su dinero, sino con el de todas las familias salvadoreñas.
En cadena nacional del 23 de junio explicaba a los salvadoreños: “Un comercio puede aceptar Bitcóin, pero no recibirlo”. La Ley Bitcóin expresa que a quien le dijo la verdad es a los extranjeros y no a los salvadoreños.