MENOS FLASHES Y MÁS LUZ EN EL TEMA DE LAS DESAPARICIONES
El ministro de Seguridad, que a diferencia de su malogrado antecesor no ha gozado de la narrativa de los cero homicidios desde que la nación se enteró de los asesinatos en Chalchuapa, está lidiando con dos temas complejos: las desapariciones de mujeres y la incesante lucha de sus familiares porque el Estado salvadoreño haga justicia.
De modo acelerado, el Gabinete de Seguridad hace puntos para convertirse en la estrella del aparato público. Y para conseguirlo, ha invertido en lo que hace la diferencia en este gobierno: una buena administración de imagen y un manejo hábil de sus redes sociales.
El ministro de Seguridad, que a diferencia de su malogrado antecesor no ha gozado de la narrativa de los cero homicidios desde que la nación se enteró de los asesinatos en Chalchuapa, está lidiando con dos temas complejos: las desapariciones de mujeres y la incesante lucha de sus familiares por que el Estado salvadoreño haga justicia.
Ya cuestionó a los periodistas que contra el velo de silencio siguen informando a la ciudadanía de estos hechos pero esa narrativa no le está rindiendo réditos. No hay modo que la línea contra el periodismo, noticia vieja de Bukele y su facción, sirva de algo ante la magnitud de la tragedia.
Lo que le queda hoy no sólo al funcionario sino a sus colegas en las posiciones clave del ministerio público es aproximarse al tema en clave publicitaria; es que lo que intentaron antes no conectó con la población ni disipó la creciente sensación ciudadana acerca del efectivo control del territorio que el Estado presume. Sus continuas mediciones sobre las percepciones de la sociedad deben arrojarles esa alerta.
Aunque toda esa inversión en narrativa sea un despilfarro del erario como lo demuestra el capital político cero que los funcionarios se llevan una vez concluido su mandato -el exministro puede dar cuenta de ello-, convengamos en que lo pernicioso de esta práctica per se es sólo el gasto de dinero público en confeti digital. Lo verdaderamente preocupante es que ante el flagelo de la desaparición, las autoridades crean que basta con una sucesión de shows.
Con la influencia que la facción oficial ejerce sobre el órgano judicial y el legislativo, el Gabinete de Seguridad tiene una oportunidad inédita: proponer instrumentos jurídicos eficaces ante el fenómeno de las desapariciones. Para ello debe abonar al amplio debate al respecto, un abordaje que incluye establecer el estatus jurídico de la persona desaparecida, legislar acerca de los procesos de búsqueda y crear un flujo operativo transversal a las instituciones gubernamentales competentes, especialmente el rol de Medicina Legal. Y a la base, el compromiso de honrar la seguridad ciudadana sobre el terreno, reconociendo las limitaciones y las obligaciones del Estado en materia de recuperación del espacio público e ideando un sistema de alerta efectivo en auxilio de los cuerpos de seguridad.
No menos importante es el objetivo de ponerse del lado de los familiares de los desaparecidos, para que no sean revictimizados al acercarse en pos de respuestas a instituciones que no están capacitadas ni actualizadas y que ponen en tela de juicio cualquier denuncia antes de procesarla. El camino para llegar a darles un acompañamiento integral es largo y el Estado debe aceptarlo con humildad y convicción.
Menos fanfarria y autocelebración, más solidaridad y acción. Sin excusas acerca del choque de visiones, con la articulación real que hay entre Ejecutivo, Legislativo y Judicial, la pelota está en el campo de los expertos en Seguridad.