¿ESTARÁN EQUIVOCADOS TODOS?
Si el presidente Bukele quería que El Salvador volviera a ser protagonista en las noticias internacionales debe sentirse muy satisfecho que lo ha logrado con el anuncio y promulgación posterior de la Ley Bitcóin, más que cuando fue a tomarse una selfi al podio principal de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Ocho Premios Nobel de Economía, el Fondo Monetario Internacional, destacados economistas nacionales y extranjeros, representantes de organismos financieros multilaterales y de bancos de inversión, calificadoras de riesgo, expresidentes de los Bancos Centrales del país y de la región, y prestigiosos y respetados analistas de publicaciones especializadas, se han visto sorprendidos por haberse tomado en el país una medida de esa naturaleza sin haberlo analizado y revisado con conocedores de la situación de la economía y finanzas del país, y del funcionamiento del mercado financiero internacional. ¿Estarán equivocados todos? Difícilmente que tantas personalidades puedan llegar a ser intimidadas por la verborrea oficial y las peroratas en Casa Presidencial para justificar una medida tan errática.
Son varias las razones por las cuales es inconveniente el uso del bitcóin. Las principales son:
1) El efecto perjudicial de la volatilidad que tiene el valor de esa criptomoneda en la balanza de pagos, las reservas internacionales y la solidez, la estabilidad y el prestigio de nuestro sistema financiero.
2) Que es una moneda que no controla ningún país, y carece del respaldo de ninguna institución reguladora, lo que hace que sea altamente complejo y sofisticado el control de las transacciones, por lo cual es un instrumento muy susceptible de ser utilizado para el lavado de dinero por el crimen organizado e individuos involucrados en hechos de corrupción y actividades ilícitas.
Esas dos poderosas razones han hecho que los presidentes de los Bancos Centrales de las grandes potencias del mundo adviertan al público que no inviertan sus fondos en criptomonedas porque terminarán perdiéndolo todo, y que la BBC en un artículo publicado en mayo explicara que es tan riesgoso el mecanismo de funcionamiento del bitcóin que si una empresa que almacena esa moneda digital pone fin a sus operaciones o sufre un ataque informático, lo más probable es que ese dinero desaparezca como humo.
Los riesgos son tan altos que ningún país en el mundo se ha atrevido a autorizar una criptomoneda como instrumento de curso legal, y donde autorizan algunas operaciones las regulaciones son tan estrictas para proteger a sus ciudadanos y su economía, que han desestimulado su uso. En nuestro caso, que tenemos condiciones estructurales tan débiles en la economía (bajo crecimiento económico, reducida inversión nacional y extranjera, alto déficit fiscal y elevado endeudamiento), adoptar una medida tan arriesgada es algo que no tiene ningún sentido.
Hubiéramos pensado que en la Cadena Nacional que hizo el pasado jueves, el presidente respondería mejor a las críticas que ha recibido sobre la medida, y expondría cómo serviría para resolver los grandes problemas económicos y sociales del país. No fue así; evadió los señalamientos más importantes que se han expuesto para advertir sobre los riesgos del bitcóin, y dedicó la mayor parte del tiempo a dar explicaciones enredadas sobre el aplicativo que han desarrollado para utilizarlo, y para ofrecer un “regalo” de $30 a cada usuario al bajar la aplicación que servirá para hacer transacciones en dispositivos móviles. Esto hace más grandes las preocupaciones por la cantidad de recursos que se están dedicando a esta medida, y que todavía los salvadoreños no sabemos a cuánto ascienden, de dónde provienen y quién conoce los estudios técnicos que los justifican sobre las otras grandes necesidades que el país tiene en seguridad, salud, educación e infraestructura.
En momentos en que estamos negociando con el Fondo Monetario Internacional asistencia para aliviar la presión de la deuda pública en las finanzas del Estado, y que estamos inmersos en una crisis económica y social agudizada por los efectos de la pandemia, que requerirá mucho apoyo internacional, anunciar y defender la implementación de una medida tan imprudente dada nuestra endeble situación económica pone en entredicho la capacidad y seriedad del gobierno.
Los riesgos son tan altos que ningún país en el mundo se ha atrevido a autorizar una criptomoneda como instrumento de curso legal.