DOS AÑOS DE NUEVAS IDEAS EN EL PODER
Corría el mes de junio del año dos mil diecinueve y el Pueblo salvadoreño estaba ansioso ante la gran expectativa generada porque se había roto el bipartidismo y la polarización en el país y por fin se iba a dar paso al tan ansiado relevo generacional y al “Plan Cuscatlán” que incluía entre otras cosas: políticas públicas para lograr índices permanentes de generación de empleo, una política inclusiva que disminuiría los índices de violencia, un ambicioso proyecto que ejecutaría “20 obras por día” y que por fin se abriría paso un gobierno en el que “el dinero alcanza cuando nadie roba”.
Lo cierto es que, luego de pasados dos años desde que el presidente Nayib Bukele y su gabinete de gobierno tomaron las riendas del Poder Ejecutivo, la gran expectativa generada sigue sin ser satisfecha, pese a que, en la Asamblea Legislativa, los partidos políticos tradicionales dejaron de ser “los mismos de siempre” para convertirse en “aquellos de la esquina”. Lo anterior pese a que el presidente ha decidido incorporar a tiempo completo a funcionarios ad honorem, algunos de los cuales son sus familiares directos.
Dentro de los aspectos más relevantes a destacar dentro de los dos primeros años de la gestión del presidente Bukele debemos mencionar que consolidó el poder a través del partido Nuevas Ideas, por lo que la aritmética legislativa le ha favorecido, y ya no existen excusas para culpar a los mismos de siempre.
Se hizo uso del poder político de la mayoría en la Asamblea Legislativa para destituir a los magistrados de la Sala de lo
Constitucional y al fiscal general de la República, quien, dicho sea de paso, pese a que fue cuestionado por su pasado político vinculado al partido ARENA, pasó el filtro de las demandas de inconstitucionalidad que en su momento se plantearon.
Lo que sí se ha visto a dos años de la toma de poder del “presidente más cool del mundo” es el incremento en las prácticas autoritarias del Poder Ejecutivo y de todas las instituciones del Estado, el irrespeto a la Constitución y la falta de conocimiento de hermenéutica constitucional, un incremento en las vulneraciones a los Derechos Humanos, la desarticulación sistemática de los entes contralores del Poder Ejecutivo, la decapitación de la Corte Suprema de Justicia, el incremento de la falta de transparencia y en la rendición de las cuentas y finanzas públicas y el temor en la población ante eventuales abusos de poder y el terror de ser víctimas de violencia por tener políticamente un pensamiento distinto al de los funcionarios de gobierno.
Para identificar a los gobiernos dictatoriales, la ciencia analiza los fenómenos, sucesos y acontecimientos de manera tal que, si cumple con un determinado número de elementos a través de los cuales se identifican prácticas que minan la democracia, el Estado de derecho y la división de poderes en un Estado, un gobernante puede ser catalogado como “dictador” dando cumplimiento así al axioma de que “si camina como pato y grazna como pato es un pato”.
Lo que sí se ha visto a dos años de la toma de poder del “presidente más cool del mundo” es el incremento en las prácticas autoritarias del Poder Ejecutivo y de todas las instituciones del Estado, el irrespeto a la Constitución...