EL ALZA DE CASOS REQUIERE CAMBIO EN LA COMUNICACIÓN
Hace un mes, el mismo titular de Salud reconoció que "más de nueve cepas" ya circulaban en El Salvador, identificadas gracias al trabajo articulado con la Universidad de El Salvador; pero desde entonces, ha faltado información que permita a la población entender mejor el fenómeno y la necesidad de mantener el distanciamiento físico mediante el uso de mascarillas y restricciones de contactos.
Pese al esfuerzo realizado con la vacunación, las cifras de nuevos casos y fallecimiento por covid-19 aumentaron de modo sostenido el último mes, de tal suerte que el fin de semana se sufrió un alza apenas comparable con los números de enero. Datos oficiales indican que el país pasó de registrar 134 casos el 1 de junio a 221 el 2 de julio; además, se reconocen 79,790 casos, de los cuales poco más de 4 mil se mantienen activos. La situación es tal que el ministro de Salud, poco dispuesto a compartir información con la ciudadanía, debió aceptar en una reciente intervención televisiva que hay un repunte de la enfermedad.
Es difícil comprender cómo la misma nación que se sometió disciplinadamente al encierro, al uso mandatorio de mascarilla, al consumo de alcohol en gel y colaboró de modo activo con las autoridades durante tantos meses se haya descuidado tanto. Puede ser un poco que en el inconsciente colectivo se sabe que hay vacuna de fácil acceso, que un respetable sector de la población ya está vacunado, o que hay un hospital en donde puede ser atendido, pero con independencia de cuál de esas creencias pese más en la conducta de los salvadoreños, el resultado en función epidemiológica es igual de lamentable: relajamiento de medidas.
La vacunación es una variable muy especial: su significado y su alcance puede no haber sido comprendido a cabalidad por la población, que confunde esa herramienta con solución unívoca.
Al principio de la pandemia, los especialistas sostenían que cuando un 70 por ciento de la población estuviese inmunizado, se podría volver a la normalidad. Hoy hay dudas al respecto e incluso se escucha a analistas llevar ese número a un 85 por ciento, considerando que la eficacia de la vacuna para evitar la infección está aún bajo test, que los programas de vacunación no avanzan tan rápido entre la población más joven, el desconocimiento de la duración de la inmunización por vacuna y la aparición de nuevas cepas.
Hace un mes, el mismo titular de Salud reconoció que "más de nueve cepas" ya circulaban en El Salvador, identificadas gracias al trabajo articulado con la Universidad de El Salvador; pero desde entonces, ha faltado información que permita a la población entender mejor el fenómeno y la necesidad de mantener el distanciamiento físico mediante el uso de mascarillas y restricciones de contactos.
Esa ha sido la principal flaqueza en la estrategia nacional contra el coronavirus, y se ha profundizado paralelamente a la vacunación. Al terror que se sembró entre los ciudadanos previo y durante al encierro le ha sucedido una comunicación de contenido más político que pedagógico centrado en el triunfo del gobierno a través de la vacuna con la consiguiente sensación de seguridad.
No esperamos del gobierno que se sincere respecto del manejo de la pandemia un año después. Tampoco que brinde explicaciones luego de que un artículo de una importante publicación mundial reveló que El Salvador registró el año pasado un exceso de 7,304 muertes respecto al promedio anual computado entre 2015 y 2019, que indicarían que la mortalidad fue mucho mayor que la oficialmente aceptada. Pero ante el incremento de casos y las señales inequívocas de que la población ha confundido la inmunización con licencia para olvidar la profilaxis, es urgente que repiense su comunicación y priorice este tema sobre algunas de las bagatelas en las que se le ha ido el último mes.