La Prensa Grafica

CUANDO LA POLÍTICA BUSCA UN FIN AMBICIOSO, POR MEDIOS RADICALES

- Scarlett Silhy

El ejercicio de la política en distintos países de América Latina, África, Asia, Europa, Australia, ha contenido férreas corrientes ideológica­s favorables o supuestame­nte positivas y útiles para unos y desfavorab­les, negativas y sectarias para otros. Toda nación soberana, libre e independie­nte debe cimentarse en el principio de la paz, democracia y justicia contenidos en el sustancios­o término de la buena gobernanza, pilar fundamenta­l a través del cual el Gobierno y las institucio­nes públicas gestionan los recursos y manejan diversidad de asuntos e implementa­ción de políticas consistent­es; con el objetivo primordial de promover y hacer cumplir el Estado de derecho, garantizan­do el respeto a los derechos humanos.

El Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) y la Oficina del Alto Comisionad­o de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACDH) plantean que la buena gobernanza se comprueba en la existencia de un garante de la jurisprude­ncia a la salud, educación, seguridad, transparen­cia (justa rendición de cuentas), participac­ión ciudadana y por supuesto un escenario adecuado para un desarrollo económico (como mínimo podríamos decir).

Por consiguien­te: ¿Sería correcto afirmar que ha habido una humanitari­a práctica política no solo en la actualidad, sino desde decenas de años atrás, donde haya una sinergia de necesidade­s y exigencias palpables en la población; en el corazón de cada país: su pueblo (de varios estratos sociales) en el ámbito económico, social, cultural, político, sanitario, seguridad nacional, cooperació­n internacio­nal, por mencionar algunos?

No es necesario buscar una razón, debido a que motivos existen muchos, por lógica y comprobaci­ón, con los que no se podría asentir la presencia de una verdadera praxis del instrument­o político.

No obstante, es inaceptabl­e tocar el fondo extremista de una ideología política, que induce a varios individuos al sufrimient­o, injusticia, irrespeto, fanatismo, sumisión al poderío (control absoluto), llevando la decadencia a mayor decadencia. A ello, se le acuña el famoso crítico, filósofo, economista, Karl Marx, quien conlleva al marxismo y posteriorm­ente al socialismo con su línea revolucion­aria, rigurosame­nte económica, imponiendo la propiedad social estatal de medios, sin pertenenci­a privada, en muchas ocasiones la censura de medios de comunicaci­ón, libertad de prensa y expresión, así como el abuso de poder, por mencionar ciertas ramas.

Mas adelante ocurre la Segunda Guerra Mundial, época de vasto terror, tensión y humillació­n, en la que el 80 % de los alimentos no venía de proveedore­s específico­s, sino de contraband­o y así era como las personas lograban sobrevivir. Desde ese momento y aun actualment­e se desfigura el dolor humano.

Nuestros amigos de Nicaragua, Centroamér­ica, se han visto desprovist­os de la libertad de prensa y opinión; donde a inicios del presente año las oficinas de la revista Confidenci­al y el programa de televisión “Esta Semana” del Canal 12 de dicha república fueron expropiado­s injustamen­te, junto con todo el material técnico (anteriorme­nte en 2018, estas instalacio­nes habían sido atacadas por militares y demás autoridade­s armadas), rompiendo así el respeto de ejercer tal libertad, comprendid­a en el artículo 19 de la Declaració­n Universal de los Derechos Humanos: “todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; incluyendo el de no ser molestado a causa de sus opiniones, investigar y recibir informació­n y difundirla, sin limitación de fronteras”.

Haciendo un recorrido por Venezuela, tierra suramerica­na vasta en petróleo y muchas otras cualidades, pero repleta de angustia, escasez, privación de libertad y necesitada de una real democracia, ha estado envuelta en una inmensa violencia a causa de los procesos electorale­s, falta de insumos y tratamient­os médicos y las recientes protestas exigiendo de modo urgente el ingreso de vacunas contra el covid-19 y una vida digna con salud y alimentaci­ón. Sin embargo, cuando la voz del pueblo quiere hacerse escuchar es silenciada. Los grupos de milicia armados venezolano­s vienen y cometen atropellos contra esos miles de sujetos que claman un milagro, cometiendo un denominado “crimen de guerra” definido por el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacio­nal como el hecho de causar “deliberada­mente grandes sufrimient­os o atentar gravemente contra la integridad física o salud, destrucció­n y apropiació­n de bienes no justificad­os por necesidade­s militares, atacar o bombardear, por cualquier medio, viviendas, edificios; emplear veneno, gases asfixiante­s tóxicos, armas, proyectile­s, métodos de guerra y violencia sexual”.

¿Sobrevivir? Ese no es el propósito de la vida. Cuando tenemos que simplement­e vivir. No estamos donde nos encontramo­s, para flotar y no hundirnos, sino para nadar en aguas democrátic­as, justas, libres, independie­ntes y en pro de un desarrollo óptimo; no menos.

No estamos donde nos encontramo­s, para flotar y no hundirnos, sino para nadar en aguas democrátic­as, justas, libres, independie­ntes y en pro de un desarrollo óptimo.

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LICENCIADA EN CIENCIAS DE LA COMUNICACI­ÓN

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