LA VIDA ES BELLA
Según el gobierno, vivimos como en la película “La vida es bella”, en un país donde todo es una maravilla gracias a que los salvadoreños dejamos atrás gobiernos oligárquicos y corruptos. Lo que se ha convertido en un campo de concentración de poder nos lo pintan como una utopía, y lo peor es que la mayoría se traga la narrativa.
La realidad es que vivimos en un campo de concentración, lleno de incertidumbre, amenazas, tortura y terror, en el que señalar el rumbo equivocado es receta para someternos al juicio estatal, convirtiéndonos en blanco de los ministerios y fuerzas de seguridad del Estado. La cara de la moneda que quieren que veamos es la imagen de un gobierno generoso, nunca antes visto, repartiendo bolsitas de comida hasta en los lugares más recónditos del país, regalando dinero, aumentando el salario.
¿Quiénes aplauden este lado maravilloso de la moneda? Muchos de los receptores de remesas que no trabajan ni producen; prefieren vivir de lo que reciben a joderse; les vale lo que haga o no haga el gobierno. Un grupo grande, arriba del 25 % de nuestra población.
Otro grupo grande que aplaude al gobierno son los parásitos públicos. El FMLN dejó cargadísima la planilla estatal de burócratas y zánganos de colmenera. Muchos haciendo negocios turbios, recibiendo patas de cheje, arquitectos de licitaciones oscuras, compradores de carros, casas de playa y apartamentos en la capital.
Otro grupo de alabadores del cyan son los que siguen recibiendo sobresueldos, y mejor se quedan calladitos, tras bambalinas, para que no se les seque el cántaro.
Más aplausos llegan de todo aquel que recibe su cajita solidaria con comida, y los que gozan con el circo desafiante del poder, la matonería, las mentiras y la malcriadeza.
Entonces, mi estimado lector, si usted suma todos estos grupos de salvadoreños: los de las remesas, los parásitos de gobierno, los corruptos y los que reciben sobresueldos y cajitas, solo quedamos un porcentaje bien pequeño, con una limitada capacidad de maniobra.
¿Queda clara la razón de la popularidad del presidente a pesar de que nos está dejando sin oxígeno democrático?
El sector que depende de las remesas, según este gobierno, está blindado por los bitcoines; aunque el Tío Sam las prohíba, siempre recibirán su mensualidad. El sector que trabaja con el Estado, y los pícaros que se valen de licitaciones y negocios alrededor del gobierno, el tiempo les enseñará su destino. Y el que recibe las cajitas, no lo hará para siempre. La realidad los golpeará más temprano que tarde.
Preocupa el silencio sepulcral; quizá por miedo, por conformismo y comodidad (hay que proteste otro, ¡yo no!). Preocupa la falta de visión y pasividad, a pesar de que más claro no canta un gallo: nos llevan directo y sin escalas al precipicio.
No vemos salida, no vemos planes de gobierno, no vemos capacidad ni visión, solo la vamos pasando, sobreviviendo. Usted decide: O levanta su voz, o baja su cabeza y aguanta todo lo que sucede a su alrededor. Despierte; la vida es bella, pero que no le den paja, El Salvador no es ningún paraíso.
Otro grupo grande que aplaude al gobierno son los parásitos públicos. El FMLN dejó cargadísima la planilla estatal de burócratas y zánganos de colmenera.