¿HASTA LA RAÍZ DE LA CORRUPCIÓN? ¡OJALÁ!
Estas palabras del señor presidente de la Asamblea Legislativa, diputado Ernesto Castro, habría que enmarcarlas: “Noto ansiosos, nerviosos y temblorosos, con el tema sobresueldos, a varios exministros, exsecretarios de Presidencia, exfuncionarios de gobierno, exfiscales, (...). Ah, y también diputados de esta y de anteriores legislaturas. Lo repito: iremos hasta la raíz de la corrupción. Quienes robaron para dar gobernabilidad lo van a pagar. Pero tranquilos. Respiren. Lo único que tienen que hacer es sentarse y responder preguntas de la comisión. El que nada debe nada teme. Ustedes nos van a explicar a qué le llamaban democracia, independencia de poderes y estado de derecho (sic). Estaremos atentos a sus explicaciones”.
No dudo, por cierto, que haya gente nerviosa. Seguro que quienes cometieron ilegalidades en el pasado estarán temblando. Para otros, sin embargo, la ansiedad es de naturaleza distinta, porque lo que estamos deseando con toda el alma es que se nos invite a esa comisión especial legislativa que pretende llegar, en palabras de quien le dio iniciativa, “hasta la raíz de la corrupción”. ¡Magnífico!
Nuestra disposición es todavía mayor porque, aparte de tener la oportunidad de probar que se nos ha venido calumniando desde hace varios años, metiéndonos en listados de supuestos receptores de sobresueldos, gracias a esa invitación nos asistiría el deber moral de aprovechar la ocasión para aportar indicios de otras situaciones anómalas que merecen ser investigadas y que tal vez hoy mismo podrían estar sucediendo, incluso en las instancias más altas del Poder Ejecutivo.
Creo, francamente, que nunca había estado tan de acuerdo, como ahora, con una postura de Ernesto Castro. El que nada debe, en efecto, no teme a nada. Tampoco a ofrecer las pruebas testimoniales que hagan falta para poner en la mira de los señores diputados –y de la opinión pública– otros mecanismos y estructuras de corrupción muy actuales. Por ejemplo, si hubiera presencia de asesores extranjeros en
Casa Presidencial, sería valiosísimo que alguien llegara a la comisión a dar nombres, fechas, reuniones, documentos... Si fuera el caso que existieran personajes con un enorme poder formal, a pesar de no ser funcionarios ni (que se sepa) recibir salario alguno, bien valdría la pena escuchar a quienes puedan confirmarlo y detallar su experiencia con estos personajes.
Las preguntas que los salvadoreños tendríamos que empezar a hacernos a partir de estos indicios poseerían tanto o más valor que las interrogantes, igualmente legítimas, que los diputados se hacen alrededor de los famosos sobresueldos. Corrupción es corrupción. Es el mismo dinero público el que se desvía cuando los esquemas salariales no gozan de transparencia, sin importar a quiénes se les pague y en virtud de qué funciones. Y es una excelente noticia saber que así lo entiende el propio presidente de la Asamblea, puesto que cuando su colega Portillo Cuadra inquirió si se llamaría a personas ligadas “a todos los partidos políticos”, su respuesta fue clara y contundente: “Estamos hablando de justicia, y la justicia es pareja”. ¿Sí? ¡Ojalá!
Al menos en el discurso, las garantías de que esta comisión especial investigadora no será un “circo político” están dadas. Lo que falta es llevar estas hermosas palabras al concreto escenario de los hechos, allí donde la capacidad de argumentación y el apego a la verdad cobran la debida relevancia ética. (Ojalá se permita hablar, además, de democracia, independencia de poderes y –con mayúscula– Estado de derecho).
Por ejemplo, si hubiera presencia de asesores extranjeros en Casa Presidencial, sería valiosísimo que alguien llegara a la comisión a dar nombres, fechas, reuniones, documentos...