EN LAS CALLES DE CUBA
Manifestaciones masivas en las calles de La Habana, la verdad de esos manifestantes es que tienen hambre y quieren salud, el gobierno manejó mal la pandemia, no hay vacunas. El gobierno llama a los civiles –Comités de Barrio– a reprimir a los manifestantes. Cubanos señalan en videos que internet y la electricidad han sido cortados y piden difundir su mensaje, temen que las brigadas especiales, muchos que sirven en Venezuela, llegarán a reprimir a sangre y fuego, mientras que ellos tienen solo “palos y piedras”.
Los dictadores caen cuando el pueblo pierde el miedo, muchas veces porque este no tiene nada más que perder, y se enfrenta pacíficamente a las fuerzas de represión. Caen inexorablemente hoy o mañana cuando estas rehúsan dispararle al pueblo.
Sucedió en Checoslovaquia, la Rumania de Ceausescu, Hungría, Polonia y otros. Aunque no derrocó al gobierno, el joven estudiante chino que se enfrentó a una columna de tanques en la Plaza Tiananmén en 1989, captado en una fotografía que le dio la vuelta al mundo, hizo que las autoridades detuvieran la represión y cambiaran políticas.
Nicaragua y Venezuela son casos frustrantes en que los tiranos deciden reprimir, matar a los oponentes y no pasa nada. Venezuela tiene petróleo y minerales que interesan a China, EUA y Rusia y sus intereses económicos son más importantes que los derechos humanos, siempre ha sido así. Nicaragua es pobre, no tiene mucho que ofrecer a las grandes potencias, pero Ortega ha asesinado brutalmente a los jóvenes manifestantes (se dice que con francotiradores cubanos), ahora encarcela ilegalmente a los posibles candidatos rivales en la próxima elección, EUA congela la visa de 100 funcionarios ¡¡y qué!! dice Ortega.
Cuba tuvo un episodio similar, de mayores dimensiones en 1994 después del colapso de la URSS, su economía se desangraba, la comida y las medicinas escaseaban, los apagones eran constantes, cientos de personas salieron a protestar por el Malecón de La Habana en el acto de protesta contra el gobierno más masivo desde el triunfo del castrismo. Algunos rompen escaparates, saquean negocios y se enfrentan a palos contra la policía.
Horas más tarde, Fidel Castro en persona apacigua la revuelta; poco después abrió las puertas del país y decenas de miles de cubanos se jugaron la vida y se lanzaron en balsas precarias hacia Estados Unidos.
Se le llamó “la crisis de los balseros”.
Este domingo, cerca de tres décadas después, miles de personas se lanzaron a la calle en varios puntos del país gritando “¡Abajo la dictadura!” y
“Libertad” contra el gobierno de Miguel Díaz-canel.
En las redes sociales se denunció represión policial, mientras el gobierno aseguró que un sector de las protestas “delinque”. Muchos de los problemas son parecidos a los del 94: falta de comida y medicinas, y una crisis energética, monetaria y sanitaria. Esta vez todo agravado por la pandemia. Y como lo hizo Castro, Díaz-canel también pidió en televisión que sus seguidores “enfrentaran” a los “contrarrevolucionarios”. Este no tiene el carisma de Fidel, EUA no tiene fronteras abiertas, puede ser el inicio del fin.
Internacionalmente opiniones utilizándolo según su postura, poniendo la ideología en el medio y no la hay, es cuestión de simple humanidad. Podemos en España, Maduro, Kirschner, Ortega y ridículamente el FMLN culpan al imperialismo yankee. Los conservadores abogan por la libertad y las mejoras humanitarias.
El pueblo cubano merece algo mejor, más de 60 años de dictadura y pobreza pueden llegar a su fin.
Los dictadores caen cuando el pueblo pierde el miedo, muchas veces porque este no tiene nada más que perder, y se enfrenta pacíficamente a las fuerzas de represión. Caen inexorablemente hoy o mañana cuando estas rehúsan dispararle al pueblo.