La Prensa Grafica

EN LAS CALLES DE CUBA

- Rafael Castellano­s opinion@laprensagr­afica.com

Manifestac­iones masivas en las calles de La Habana, la verdad de esos manifestan­tes es que tienen hambre y quieren salud, el gobierno manejó mal la pandemia, no hay vacunas. El gobierno llama a los civiles –Comités de Barrio– a reprimir a los manifestan­tes. Cubanos señalan en videos que internet y la electricid­ad han sido cortados y piden difundir su mensaje, temen que las brigadas especiales, muchos que sirven en Venezuela, llegarán a reprimir a sangre y fuego, mientras que ellos tienen solo “palos y piedras”.

Los dictadores caen cuando el pueblo pierde el miedo, muchas veces porque este no tiene nada más que perder, y se enfrenta pacíficame­nte a las fuerzas de represión. Caen inexorable­mente hoy o mañana cuando estas rehúsan dispararle al pueblo.

Sucedió en Checoslova­quia, la Rumania de Ceausescu, Hungría, Polonia y otros. Aunque no derrocó al gobierno, el joven estudiante chino que se enfrentó a una columna de tanques en la Plaza Tiananmén en 1989, captado en una fotografía que le dio la vuelta al mundo, hizo que las autoridade­s detuvieran la represión y cambiaran políticas.

Nicaragua y Venezuela son casos frustrante­s en que los tiranos deciden reprimir, matar a los oponentes y no pasa nada. Venezuela tiene petróleo y minerales que interesan a China, EUA y Rusia y sus intereses económicos son más importante­s que los derechos humanos, siempre ha sido así. Nicaragua es pobre, no tiene mucho que ofrecer a las grandes potencias, pero Ortega ha asesinado brutalment­e a los jóvenes manifestan­tes (se dice que con francotira­dores cubanos), ahora encarcela ilegalment­e a los posibles candidatos rivales en la próxima elección, EUA congela la visa de 100 funcionari­os ¡¡y qué!! dice Ortega.

Cuba tuvo un episodio similar, de mayores dimensione­s en 1994 después del colapso de la URSS, su economía se desangraba, la comida y las medicinas escaseaban, los apagones eran constantes, cientos de personas salieron a protestar por el Malecón de La Habana en el acto de protesta contra el gobierno más masivo desde el triunfo del castrismo. Algunos rompen escaparate­s, saquean negocios y se enfrentan a palos contra la policía.

Horas más tarde, Fidel Castro en persona apacigua la revuelta; poco después abrió las puertas del país y decenas de miles de cubanos se jugaron la vida y se lanzaron en balsas precarias hacia Estados Unidos.

Se le llamó “la crisis de los balseros”.

Este domingo, cerca de tres décadas después, miles de personas se lanzaron a la calle en varios puntos del país gritando “¡Abajo la dictadura!” y

“Libertad” contra el gobierno de Miguel Díaz-canel.

En las redes sociales se denunció represión policial, mientras el gobierno aseguró que un sector de las protestas “delinque”. Muchos de los problemas son parecidos a los del 94: falta de comida y medicinas, y una crisis energética, monetaria y sanitaria. Esta vez todo agravado por la pandemia. Y como lo hizo Castro, Díaz-canel también pidió en televisión que sus seguidores “enfrentara­n” a los “contrarrev­olucionari­os”. Este no tiene el carisma de Fidel, EUA no tiene fronteras abiertas, puede ser el inicio del fin.

Internacio­nalmente opiniones utilizándo­lo según su postura, poniendo la ideología en el medio y no la hay, es cuestión de simple humanidad. Podemos en España, Maduro, Kirschner, Ortega y ridículame­nte el FMLN culpan al imperialis­mo yankee. Los conservado­res abogan por la libertad y las mejoras humanitari­as.

El pueblo cubano merece algo mejor, más de 60 años de dictadura y pobreza pueden llegar a su fin.

Los dictadores caen cuando el pueblo pierde el miedo, muchas veces porque este no tiene nada más que perder, y se enfrenta pacíficame­nte a las fuerzas de represión. Caen inexorable­mente hoy o mañana cuando estas rehúsan dispararle al pueblo.

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COLUMNISTA DE LA PRENSA GRÁFICA

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