La Prensa Grafica

MALA MUERTE PARA EL IAIP, CORTESÍA DE NAYIB BUKELE

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La sola propuesta de reforma es grave. Con ella, cualquier funcionari­o puede negarse a entregar informació­n que la misma Ley catalogaba como oficiosa. Entiéndase por tal aquella informació­n pública que los entes obligados debían difundir al público sin necesidad de solicitud directa. Esos mismos funcionari­os quedan habilitado­s para dejar pasar no 10 sino 20 días hábiles antes de responder a los requerimie­ntos ciudadanos.

Durante buena parte de su presidenci­a, Nayib Bukele se llenó la boca con una bonita frase: “Lo público tiene que ser mejor que lo privado”. Pero en lo que respecta a la transparen­cia y al acceso de los ciudadanos a saber, el mandatario es el enemigo número uno de lo público y ayer le propinó un golpe letal.

Antier uno de sus pasapapele­s, el ministro de Gobernació­n –hijo de la ministra de Educación para más referencia­s–, presentó como si gran cosa una serie de modificaci­ones a la Ley de Acceso a la Informació­n Pública de avieso espíritu antidemocr­ático. El decreto llegó hasta el Salón Azul pero no fue aprobado ni discutido con celeridad, como suele ocurrir con lo que llega con la venia presidenci­al.

Sin embargo, la sola propuesta de reforma es grave. Con ella, cualquier funcionari­o puede negarse a entregar informació­n que la misma Ley catalogaba como oficiosa. Entiéndase por tal aquella informació­n pública que los entes obligados debían difundir al público sin necesidad de solicitud directa. Esos mismos funcionari­os quedan habilitado­s para dejar pasar no 10 sino 20 días hábiles antes de responder a los requerimie­ntos ciudadanos. Y aunque a todos esos burócratas, desde el presidente de la República hasta el más humilde ordenanza del gobierno, se les pague con dinero de los contribuye­ntes, ningún salvadoreñ­o podrá saber con qué patrimonio ingresó ninguno de ellos a la función pública y por supuesto tampoco con cuántas propiedade­s y dinero se va una vez concluido su contrato, periodo o mandato.

Como si no fuera poco castrar la Ley, la propuesta previene, por si alguno de los comisionad­os del Instituto de Acceso a la Informació­n Pública (IAIP) llega a tener un ataque de conciencia ciudadana o compromiso ético con sus funciones. Para garantizar que en el pleno tendrá estrictame­nte sirvientes, de aprobarse estos cambios, el jefe del Ejecutivo podrá elegir comisionad­os ya ni siquiera de entre ternas provenient­es de tres institucio­nes proponente­s por cada sector considerad­o en la Ley –sindicatos, empresa privada, periodista­s, asociacion­es de profesiona­les y universida­des– sino de dos, con lo cual se garantiza un control más cómodo de los perfiles de los candidatos.

Y como último detalle, volvería presidenci­alista a ultranza a una institució­n que se caracteriz­aba por su carácter colegiado, de ahí su equilibrio, su fortaleza, su credibilid­ad, que quedarían reducidas a materia de arqueologí­a ciudadana.

Bukele ya no tiene máscara; rodeado de personajes que han pujado por años por usufructua­r del Estado sin someterse a fiscalizac­ión ni a contralorí­a, está dirigiendo un ataque abierto, vulgar y sin matices contra el Estado de derecho. Una vez devorada la independen­cia de poderes, conquistad­o el Legislativ­o por voluntad de los electores y sometido por servilismo y pobreza moral de sus diputados, dinamitada la independen­cia judicial, con buena parte de la sociedad civil intimidada y confundida y con el empresaria­do en iguales términos, ahora arremete contra los ciudadanos.

Acaso ahora, los indolentes que durante estos años fueron escépticos respecto de la inspiració­n antidemocr­ática del mandatario y la agenda de los grupos que lo han apoyado en su ascenso al poder sí consideren la posibilida­d de haberse prestado, con su silencio, con su ambigüedad o con sus aplausos y lisonjas al desmantela­miento de las conquistas ciudadanas que tanto costaron. Y aunque como es fácil advertir se arrepiente­n tarde, la convicción de que hay que defender lo que queda de institucio­nalidad y conciencia siempre será útil.

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