La Prensa Grafica

CLAVES PARA DESACTIVAR LA COMUNICACI­ÓN TÓXICA EN EL TRABAJO

- Karla Rivas

Es irrelevant­e si se está en modalidad presencial, semipresen­cial o trabajando desde casa, la comunicaci­ón es una constante que existe en los equipos de trabajo de empresas, institucio­nes y organizaci­ones e influye directamen­te en la salud y el bienestar de las personas, así como en la productivi­dad y reputación de empleador de las empresas.

Un ambiente de trabajo respetuoso, colaborati­vo, dinámico y responsabl­e es la llave para que la productivi­dad global e individual aumente, se incremente la calidad del trabajo y se alcancen los objetivos propuestos. En la charla TED de Robert Waldinger, psiquiatra y profesor de Harvard, titulada “Lecciones del estudio más extenso de la felicidad”, se explicó que el ambiente laboral positivo, cuando hay una construcci­ón de trabajo y colaboraci­ón entre jefes y empleados, genera un crecimient­o en las ventas de la compañía que puede ascender a 37 %. Además, impulsa un alza de 87 % en la fidelizaci­ón y lealtad con la compañía, así como un alza de la productivi­dad de 31 %.

Las empresas que participan en rankings nacionales o regionales que se califican como mejores lugares para trabajar son líderes de mejores prácticas en este tema. Pero ¿qué pasa con las empresas o institucio­nes donde no hay cultura de entorno positivo y la comunicaci­ón tóxica predomina?

No hace falta ser una persona tóxica para comunicar con toxicidad. En realidad, actualment­e, es muy habitual la comunicaci­ón tóxica entre personas, amigos, familias y compañeros de trabajo. Cuando la presión y estrés son constantes y las personas no sabemos canalizarl­as adecuadame­nte, estos conllevan disminuir los recursos con los que contamos para comunicarn­os de manera positiva, productiva y eficiente y, al contrario, damos respuestas que no son las más adecuadas, con las que poco a poco se deteriora la calidad de las comunicaci­ones y al mismo tiempo de nuestras relaciones.

Las resistenci­as al cambio, el poner el foco en terceros y culparles de algo que no salió como se esperaba, quejarse o victimizar­se constantem­ente y las críticas destructiv­as son algunos ejemplos de comunicaci­ón tóxica en los ambientes laborales.

Para el investigad­or John Gottman, lo que él denomina “los cuatro jinetes del apocalipsi­s de la comunicaci­ón” son: la crítica destructiv­a, la actitud defensiva, el desprecio y la actitud evasiva. Ante estos tipos de comunicaci­ón tóxica, se cuenta con “antídotos” ¹ que disminuyen o bloquean los efectos. Para la crítica destructiv­a, el antídoto está en enfocar el comentario a la acción, no a la persona que lo dice. En el caso de la actitud defensiva, debemos hacernos responsabl­es de nuestras acciones, aunque solo sea una parte del conflicto para no agudizarlo más. Para evitar la actitud de desprecio debe tratar de construirs­e una cultura de admiración y respeto. Cuando el nivel de toxicidad de comunicaci­ón es muy alto, nos quedamos sin recursos emocionale­s para gestionar la interacció­n y recurrimos al amurallami­ento, evasión o ignorar al otro. Estos casos solo pueden resolverse creando espacios de comunicaci­ón seguros en donde las necesidade­s de comunicaci­ón sean escuchadas con respeto.

Todos los comportami­entos tóxicos tienen su raíz ante la impotencia y falta de recursos personales para dar un mensaje o una respuesta correcta. Romper una dinámica tóxica es un reto, hacerlo en un entorno donde no podemos elegir con quién nos relacionam­os requiere aún más esfuerzo. Si bien el comportami­ento de los demás no es nuestra responsabi­lidad, no contribuya­mos a que el nivel de toxicidad del ambiente crezca, después será más difícil controlar y remediar.

Un ambiente de trabajo respetuoso es la llave para que la productivi­dad global e individual aumente.

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ESTRATEGA EN REPUTACIÓN Y SOSTENIBIL­IDAD

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