DIOS TE SALVE, PATRIA SAGRADA
Acaso algunos todavía recuerden que así comenzaba una vieja letanía, a la que solíamos llamar la “oración a la bandera”. Con frecuencia los 15 de septiembre o cuando la ocasión lo ameritaba, el más adelantado del grupo pasaba al frente y los demás repetían cada una de sus estrofas: “...Eres el aire que respiramos, la tierra que nos sustenta, la familia que amamos, la libertad que nos defiende, la religión que nos consuela...”. Permítame el espíritu del insigne David J. Guzmán, tomar prestadas algunas de sus palabras para la construcción de este artículo.
Dios, unión, libertad; las tres palabras que englobaban la esencia del salvadoreñismo de antes del califato; ¡qué lejanas se sienten hoy; qué distantes! En tiempos en donde los peores de todos se enseñorean por las fértiles campiñas y cortan los apacibles lagos con la velocidad de los yates comprados con mal dinero. Hoy que los deshonestos pretenden esconder el robo y cualquier forma de corrupción, a través de decretos que prohíben la investigación del delito y que justifican lo oscuro, virando la atención con pseudo comisiones legislativas, cuyo único objetivo es desviar la mirada de lo que ahora está pasando.
Los ríos majestuosos y los soberbios volcanes serán empleados para extraer energía y minar criptomonedas, despojando al Pueblo de un recurso que ya está siendo utilizado, en tanto este deberá suplir ese desfalco, comprando petróleo para producir la electricidad que hoy es regalada por nuestros cielos de púrpura y oro, para que el régimen se llene las bolsas y vuelva más pobres a los pobres; y esclavos a todos los que aquí nacimos.
¡Ay, Patria querida! Los peores, los más abyectos, los falsarios y quienes no tienen principios ni honor, hoy se pavonean en tus campos, en donde no ondean más las doradas espigas; y hacen cerrar los viejos talleres, sin que vibren ya los motores, ni chisporroteen los yunques, ni surjan las bellezas del arte.
Esos malos hijos tuyos, los que te han vendido por unas monedas de plata, pero que te han endeudado en dos meses de una forma pavorosa y sin precedentes, acaban de aprobar otro decreto sin estudio ni análisis como todos los anteriores, apoyado por los tontos útiles, en donde encierran nuevamente a los salvadoreños para que no puedan manifestarse contra el dictador y sus secuaces; y lo han hecho nuevamente violando la Constitución, ordenando más de los 30 días permitidos para la suspensión de las garantías y por supuesto sin una Corte que lo impida, porque ahí solo habitan títeres del régimen. Lo han hecho disfrazándolo de un acto de protección para la población, porque el virus ataca nuevamente. ¿Es que al fin y al cabo no sirvió la vacuna china tan publicitada por el ministro ali baba y su amo? ¿O es que era falsa la cifra de las personas vacunadas? Nunca lo sabremos porque otra vez los empleados del régimen en los ministerios y en la asamblea (hoy es esta la que coloco con minúscula) volvieron a declarar reservada toda la información.
Pareciera que todo está perdido y nada queda por hacer; pero los que seguimos queriendo a este terruño bendito pedimos a la Providencia que te ampare, que abra nuestra alma al resplandor del Cielo, grabe en ella dulce afecto al maestro y a la escuela; y nos infunda tu santo amor. Porque entonces los tiranos se enfrentarán con tu historia, blasón de héroes y mártires, reseña de virtudes y anhelos; y contra tu bandera, que es el símbolo sagrado de
El Salvador, no podrán sino rendirse, en tanto te saludan reverentes las nuevas generaciones.
¡Ánimo, compatriotas! Hoy es otro día para resistir pacíficamente a la tiranía y a sus esbirros. Dios que está de nuestro lado nos ayudará a que pronto los que han sido engañados se percaten de la mentira del régimen (de hecho, ya muchos despertaron del sueño siniestro) y juntos veremos pronto ¡cómo la luz vencerá!