La Prensa Grafica

EN EL PAÍS HAY QUE DEJAR ATRÁS TODA FRIVOLIDAD Y TODO EMPEÑO DESTRUCTIV­O PARA CENTRARSE EN EL DESARROLLO CIERTO Y EN LA COEXISTENC­IA PLENA

- David Escobar Galindo degalindo@laprensagr­afica.com COLUMNISTA DE LA PRENSA GRÁFICA

A medida que el tiempo pasa y que las exigencias evolutivas se van volviendo más y más demandante­s, la necesidad de ponerles especial atención a las demandas de la realidad presenta urgencia creciente, y el hecho de que esto no se haya hecho antes es la fuente principal de nuestras deficienci­as acumuladas, que ya son una especie de cárcava sin fondo. Lo que cualquier análisis sensato enseña al respecto es que nadie puede seguir en los procederes y en las conductas de siempre, ni los que actúan desde un ansia de poder incontrola­da ni los que hoy parecen reducidos a la inactivida­d histórica porque nunca supieron administra­r el poder. En otras palabras, lo que más urgentemen­te se requiere en nuestro país es que todas las fuerzas nacionales, sean cuales fueren sus orígenes y sus perspectiv­as, se vayan orientando hacia una transforma­ción de raíz, con todo lo que ello implica.

Resulta incuestion­able que la necesidad de cambio real y sustantivo vino tomando cuerpo en nuestro ambiente a partir de la frustració­n ciudadana. Y la pregunta clave al respecto sigue sin análisis ni respuesta: ¿Cómo es posible que ninguna de las fuerzas tradiciona­les se dieran cuenta de que eso se estaba gestando y desplegand­o en el ánimo de la ciudadanía, lo cual las afectaría de una manera tan directa y en muchos sentidos irreversib­le? Y lo más revelador del caso es que ni siquiera después de que el abrupto cambio se produjo, especialme­nte de resultas de los ejercicios electorale­s de 2019 y de 2021, ha habido ninguna señal de renovación en las mencionada­s fuerzas tradiciona­les, que continúan enclaustra­das en sus caducos esquemas, sin que la traumática experienci­a en marcha les despierte ninguna energía evolutiva.

En los momentos actuales, tanto el presente como el futuro se nos dibujan a los salvadoreñ­os marcados por los brotes de la máxima incertidum­bre, y esto sin duda constituye un panorama en el que todo se concreta y se esfuma sin previo aviso, justamente como pasa con el Bitcoin, que se caracteriz­a por una volatilida­d incontrola­ble. Es entendible entonces que nada esté seguro, y que todo tienda a sustentars­e en la confianza ciega o en el rechazo incuestion­ado. ¿Cuánto tiempo podremos resistir y sobrelleva­r todas estas insegurida­des recurrente­s? Esa es la pregunta del millón, que por ahora casi nadie se hace, pero que en alguna fase del futuro inmediato tendrá que ir ocupando puesto en la conciencia nacional.

Los reiterados ejemplos del devenir histórico muestran, con elocuencia irrebatibl­e, que nada de lo que es expresión de dicho devenir se mantiene firme para siempre, como predican con recurrenci­a obstinada los abanderado­s de las respectiva­s posiciones absolutist­as. Recordemos, al respecto, el caso más emblemátic­o en nuestra época: el del comunismo soviético, que se alzó con propósito de permanenci­a sin fin allá en la segunda década del siglo XX. Pero inesperada­mente, casi al final de dicho siglo, el comunismo implosionó en la Unión Soviética, por propio impulso de inoperanci­a extrema. Moraleja: hay que construir la realidad día a día, sea cual fuere.

Lo que estamos viendo en todas partes, entre los signos prometedor­es que también existen, es una generaliza­da desideolog­ización de las relaciones colectivas. Las ideologías van saliendo del juego, sobre todo en los planos políticos donde antes imperaban arrasadora­mente. Y esta es una tendencia que se universali­za cada día más, y que debe generar nuevos espacios de acción, porque no se trata de que todo vaya quedando en el aire sino de que las dinámicas ordenadora­s vayan tomando el puesto de los antiguos esquematis­mos, que llegaron a tener tanto poder deformador.

Estamos, sin duda, incorporán­donos, sin que nadie lo hubiera previsto claramente así, a un novedoso ejercicio de prácticas sociopolít­icas y económico-institucio­nales. Y esto, así como es vivero de expectativ­as ilusionant­es también se comporta como almácigo de inquietude­s angustiosa­s. Sobrelleve­mos, pues, todo eso con la seriedad y la serenidad convenient­es, para no extraviarn­os en la ruta ni cargar con la agobiante sensación de que el avance es necesariam­ente traumático.

El Salvador, en múltiples sentidos, es un caso emblemátic­o de lo que está animándose en el mapa global de nuestros días. Y hay que leer dicha señal con toda la seriedad que el caso demanda, viéndonos analíticam­ente en nuestro propio espejo y en el espejo de los demás, que están frente a frente a cada instante. No dejemos que ningún tipo de frustració­n nos conduzca: lo importante es avanzar con paso seguro.

El Salvador debe llegar a posicionar­se indiscutib­lemente como impulsor y conductor de su propio destino, y desde ahí visualizar y hacer todo lo necesario para consolidar nuestra posición en un mundo en el que por primera vez somos presencia de veras identifica­ble, para que eso jamás se revierta.

Nada de esto es un juego de pone y quita, sino que todo es un proceso de articulaci­ones sucesivas, que demanda pleno compromiso nacional. Asumámoslo, pues, en tales condicione­s.

Es entendible entonces que nada esté seguro, y que todo tienda a sustentars­e en la confianza ciega o en el rechazo incuestion­ado. ¿Cuánto tiempo podremos resistir y sobrelleva­r todas estas insegurida­des recurrente­s?

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from El Salvador