Astillas de Cortés Blanco
Imaginamos que la eternidad es un retrato inmutable, cuando lo más probable es que sea un nudo de destellos que mutan constantemente.
El cuerpo vive obsesionado por autodescubrir las fórmulas volátiles de su salud interior, y el alma lo mira de reojo, inquieta por el riesgo de contagiarse con esa obsesión recurrente.
Los juegos de azar son los únicos que nos pueden dar pistas sobre nuestra condición de pasajeros aleatorios.