La Prensa Grafica

TIRO A MUERTE AL DERECHO A SABER

- Centro de Estudios Jurídicos

Nuevamente se ha gestado un golpe a la transparen­cia en El Salvador. El ministro de Gobernació­n, Juan Carlos Bidegain Hananía, presentó a la Asamblea Legislativ­a un pliego de reformas a la Ley de Acceso a la Informació­n Pública, donde prácticame­nte se anula la posibilida­d de la población de conocer informació­n relacionad­a con el manejo del Estado y los fondos públicos.

Con las reformas propuestas por el ministro de Gobernació­n no se conocerían los casos de corrupción de los que se tengan indicios, pues generan restricció­n al acceso a documentos que se elaboran en las distintas entidades estatales. Además otorga la posibilida­d de que arbitraria­mente se oculten datos que por su misma naturaleza deben ser publicados de manera oficiosa. Se ponen en secreto las declaracio­nes de patrimonio de los funcionari­os, que han sido una herramient­a útil para conocer el enriquecim­iento sin causa.

El asesor jurídico del gobierno de Bukele defendió este pliego de reformas señalando que existía una vulneració­n al derecho de intimidad de los funcionari­os dueños de los datos que se plasman en documentac­ión como las declaracio­nes de patrimonio de la Sección de Probidad de la Corte Suprema de Justicia. Este razonamien­to deja a un lado un hecho importante, establecid­o por la misma Sala de lo Constituci­onal: los funcionari­os del Estado, al aceptar un cargo público, también ceden voluntaria­mente parte de su intimidad, en favor de la transparen­cia y rendición de cuentas a la ciudadanía. Esto, precisamen­te, con la finalidad que no se generen sospechas sobre el manejo de fondos del Estado. Y quien no esté dispuesto a hacerlo, simplement­e no debería ser funcionari­o.

En El Salvador, el ocultamien­to de la informació­n pública históricam­ente ha estado ligada a la corrupción. Es por eso que cobra especial trascenden­cia el intento de realizar estas reformas a la Ley de Acceso a la Informació­n Pública. La insistenci­a sistemátic­a y progresiva de cerrar las puertas al acceso a la informació­n que naturalmen­te es pública es una alerta a la ciudadanía sobre los asuntos que los funcionari­os del Estado quieren ocultar.

A través del ejercicio del derecho a saber es que en años pasados se pudo recabar la suficiente informació­n para determinar que los expresiden­tes Saca y Funes se enriquecie­ron ilícitamen­te con fondos del gobierno. También se conoció del manejo indebido de institucio­nes públicas, así como las declaracio­nes patrimonia­les de personas que luego no han podido justificar su riqueza, como Sigfrido Reyes, René Figueroa y otros altos funcionari­os. La corrupción se ha destapado, investigad­o y juzgado por el derecho a exigir informació­n pública.

El gobierno de Nayib Bukele está buscando darle un tiro a muerte al derecho a saber. Hoy queda clarísimo que su intención nunca ha sido rendir cuentas a la población sobre el manejo del Estado y, sobre todo, de los fondos públicos. Ahora su intención es ocultar los errores, la corrupción y las malas decisiones que han tomado muchos de sus funcionari­os. Con ello no hace más que incumplir su palabra de compromiso con la transparen­cia y de ser él mismo quien mandaría a procesar a quienes tocaran indebidame­nte dinero del pueblo. Están actuando como los mismos de siempre, atentando contra los cimientos de cualquier Estado democrátic­o: la transparen­cia.

Ahora su intención es ocultar los errores, la corrupción y las malas decisiones que han tomado muchos de sus funcionari­os.

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