ABRAMOS LOS OJOS FRENTE A LA EXPERIENCIA VIVIDA A LO LARGO DEL TIEMPO, PARA PODER HACER LAS COSAS DE OTRA MANERA DE AQUÍ EN ADELANTE
Querer sobreponerse arbitrariamente a los mandatos de la evolución es siempre una trampa histórica de la que nunca se sale bien. Nosotros, los salvadoreños, hemos vivido y padecido ese error prácticamente desde siempre, y ya es hora más que sobrada de que rectifiquemos de veras, para no seguir cayendo en los mismos despropósitos. Esto no es cuestión de ideologías ni de fórmulas mágicas, sino un simple acatamiento de la realidad, que en todo caso acaba imponiéndose, a las buenas o a las malas, como puede observarse con toda facilidad en todas partes. Es cierto que nosotros hemos entrado ya, por efecto directo de la falta de acatamiento voluntario y efectivo de las normas de la evolución democrática, en un período de cambio notorio. La ciudadanía tuvo que torcerles las orejas a las fuerzas políticas tradicionales, poniendo en el liderazgo a una fuerza nueva; pero ¡cuidado! que esto no significa que dicha fuerza tenga carta blanca para hacer lo que quiera y como quiera; por el contrario, se trata de que lo nuevo no repita los vicios ni las cegueras del pasado, sino de que responda en serio a los mandatos de una democracia en movimiento ascendente y expansivo, porque hacer lo contrario –con los argumentos y las mayorías coyunturales que se quiera– sería complicar aún más la ruta hacia la verdadera normalidad. El país necesita cambiar a fondo, y los primeros obligados a dar las señales de ello son los liderazgos de cualquier tipo: sociales, políticos, económicos, culturales... En el centro de todo este ejercicio que debe ser novedoso y confiable en tantos sentidos debe estar la conciencia de país, que es lo que nos une a todos los connacionales, por encima y más allá de nuestras naturales diferencias. El país es uno, dentro y fuera de nuestras fronteras, y eso hay que hacerlo valer con certidumbre y con inspiración. Los signos de los tiempos están a nuestro favor, aunque cueste tanto ponerse al hilo con ellos.