La Prensa Grafica

QUE ESPERE UN CIRCO QUIEN PONE UNA CARPA

- Federico Hernández Aguilar

Jamás imaginé que un día escribiría lo que voy a escribir en este artículo, que básicament­e es reconocer lo hábil que lució Lorena Peña el día que enfrentó sola a seis diputados oficialist­as y los hizo quedar en ridículo. La excomandan­te guerriller­a se encuentra en las antípodas de mi pensamient­o político y antropológ­ico, pero al encarar con ese aplomo a quienes pretenden hacer “justicia” escupiendo exclusivam­ente hacia atrás, hoy me toca elogiar a Lorena no solo por evidenciar la ignorancia de sus bisoños interlocut­ores –perdón por lo que le toca a Romeo Auerbach– sino por exhibir su escandalos­a doble moral.

La bancada cian se engaña si cree que así obtendrá el respeto de la gente que desea llegar “a la raíz de la corrupción”. No es convirtien­do cada comisión especial en un pelotón de fusilamien­to como esta “nueva generación” de legislador­es conseguirá dotar de coherencia su discurso de supuesta transparen­cia y búsqueda de la verdad. Si hasta lograron que alguien como Lorena Peña nos resultara simpática a quienes, como yo, estamos a distancia oceánica de sus posturas, algo están haciendo terribleme­nte mal.

Lejos de mí defender, por cierto, los mecanismos a través de los cuales en legislacio­nes anteriores se repartía dinero, con criterios nada uniformes, a ONG de todo tipo. Esas formas poco claras de proceder con fondos públicos –en las que también participar­on diputados hoy aliados de Nuevas Ideas– merecen reprobació­n moral. Pero que sean precisamen­te diputados oficialist­as, capaces como han sido de endeudar al país sin el más mínimo sentido de responsabi­lidad y abusando de la dispensa de trámites, quienes hoy pretendan dar lecciones de honestidad... ¡Por favor! ¡Tengan respeto por la inteligenc­ia del pueblo que les observa!

La llamada “Ley Alabí” limita la rendición de cuentas relacionad­a con los gastos durante la pandemia; la agenda de las plenarias se modifica al antojo del Poder Ejecutivo, una semana sí y la otra también; el debate de las iniciativa­s de ley, cuando no se ha reducido a mera formalidad, es un abierto ejercicio de prepotenci­a aritmética; y, por si lo anterior fuera poco, se ha restringid­o como nunca antes el acceso de la prensa –¡y de la misma ciudadanía!– a la Asamblea. Todo esto ha sucedido por obra y gracia de la bancada oficialist­a, esa que gusta empacharse hablando de la opacidad pretérita pero corre a apagarle el micrófono a aquellos

“invitados” que no se adaptan al rol de “delincuent­es” que les han asignado.

La noción de “justicia” que promueven los diputados de Nuevas Ideas es muy curiosa. Quien asista a sus comisiones especiales tiene “derecho” a autoincrim­inarse, pero le será cortada su libertad de expresión –como hizo Alexia Rivas con Lorena Peña hasta la náusea– si se atreve a hablar de las irregulari­dades que se cometen hoy y de las que puede dar testimonio. Para colmo, la amenaza de aplicar el delito de desacato –que tampoco puede invocarse arbitraria­mente como hizo varias veces la señorita Rivas– pende sobre quien toque a Nayib Bukele con el pétalo de una rosa. ¡Qué convenient­e!

Pues les aviso, señores diputados, que habrá resistenci­a. Mi recomendac­ión gratuita para ustedes es que se preparen mejor y sepan aguantar las réplicas. Si iban a terminar quejándose del circo, lo primero hubiera sido no poner la carpa.

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ESCRITOR Y COLUMNISTA DE LA PRENSA GRÁFICA

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