CORRUPCIÓN SIN TECNOLOGÍA
¿Cuál país progresista? En El Salvador no hay plan de nación ni visión, por lo que nos estamos quedando atrás (como el cangrejo) en aprovechar la tecnología para mejorar aspectos críticos como lo son la salud y la educación. Muy atrás en avances del nuevo milenio en materia de inteligencia artificial, comercio digital robusto, autos eléctricos; seguimos siendo más de lo mismo.
El estancamiento mucho tiene que ver por lo “goliyero” que somos. Es que desde la existencia Pipil, hasta la actualidad, tanto pleito nos impide avanzar. Nos hemos peleado por conquistar tierras más fértiles para cultivar; por el poder absoluto garantizar. Total, el bochinche frena la aspiración por avanzar, y nos quedamos con muy poca producción, muy poca innovación; importando más de lo que exportamos; a la merced de las remesas; sin nada nuevo bajo el sol.
Otro gallo canta en Vietnam en donde se montaron en el pujante desarrollo japonés de Ho Chi Min, que incluyó un metro aéreo (con trenes Hitachi), supercarreteras y clusters de negocios, dejando atrás a Indonesia, Filipinas, Malasia y Tailandia. Estrechas relaciones entre el gobierno y la empresa privada, junto a una pujante agricultura y educación, fueron clave para convertir a Vietnam en un polo de desarrollo mundial, listo para las exigencias del futuro.
En cambio, El Salvador sigue estancado en el pasado, sin visión de futuro. Enfermo por la corrupción y el odio; atacando a gobiernos anteriores sin voltearse a ver en el espejo; disparando cortinas de humo y cuentos maravillosos para distraer, y su imagen fortalecer, mientras nos ahogamos en un peligroso letargo, sin rumbo hacia el futuro, y total desentendimiento del presente.
¿Cuándo entenderemos que el camino “goliyero” no es el correcto? EL camino correcto es tener un plan de Nación consensuado, en el que se involucren y aporten gobierno, empresarios y sector financiero apuntando, juntos, en una sola dirección con el apoyo internacional. Sin pelearse, sin buscar protagonismo, sin meter mano peluda.
El gobierno actual desperdicia la oportunidad de oro, que le da el apoyo popular, para encontrar rumbo, y se enfrasca en falta de transparencia, en destilar veneno y en atacar nuestra frágil democracia, con el objetivo de afianzar el poder absoluto. Pero los trapos chucos, gracias a las redes sociales y al
“periodismo incómodo”, están saliendo al sol; están abriendo ojos.
En fin, la mezcla de “goliyerismo”, bochinche, corrupción y sed desmedida por el poder, sin tecnología, nos condena al estancamiento. Un panorama nada alentador para El Salvador.
El Salvador sigue estancado en el pasado, sin visión de futuro. Enfermo por la corrupción y el odio; atacando a gobiernos anteriores sin voltearse a ver en el espejo; disparando cortinas de humo y cuentos maravillosos para distraer, y su imagen fortalecer, mientras nos ahogamos en un peligroso letargo.