La Prensa Grafica

CONOCER NUESTRA HISTORIA PARA AMAR AL PAÍS

- Karla Chinchilla

La cuenta regresiva de un nuevo 15 de septiembre se acorta. Este año celebramos el bicentenar­io de la firma del Acta de Independen­cia de Centroamér­ica. La fiesta es oportuna para reflexiona­r que, por décadas, hemos replicado imprecisio­nes sobre este suceso, las que no deberían trascender más.

Desde la óptica de los sansalvado­reños de principios del siglo XIX, la independen­cia buscada no era del Reino de España: el trasfondo era ser libre del Reino de Guatemala rompiendo relación de su dominio económico, político y social.

Los productore­s de añil de San Salvador querían mejorar su situación ante la supremacía de los comerciant­es guatemalte­cos; así mismo, la población y las élites deseaban dejar de estar sometidos a la diócesis de Guatemala, forjaban presión social puesto que las condicione­s –como número de población– eran justas para contar con un obispado propio en San Salvador.

Ahora bien: ¿Quién se independiz­ó? No fue El Salvador puesto que no existía como Estado. Para el año 1821, el Reino de Guatemala estaba integrado por provincias, alcaldías mayores e intendenci­as. En el actual territorio salvadoreñ­o existían la Intendenci­a de San Salvador –conformada por los partidos de Santa Ana, San Salvador, San Vicente y San Miguel– y la Alcaldía Mayor de Sonsonate.

La Intendenci­a de San Salvador y la Alcaldía Mayor de Sonsonate se unieron hasta junio de 1824 cuando fue ratificada la Constituci­ón que dio vida al Estado del Salvador. Sí, sin el artículo “El”. Este fue agregado oficialmen­te hasta 1915.

Entonces, apegándono­s a estos hechos, es erróneo decir “la independen­cia de El Salvador de España” y que el 15 de septiembre de 1821 nació nuestro país.

Diversos historiado­res destacan que la independen­cia fue una sucesión de hechos, antes y después del 15 de septiembre de 1821. El rango es datado desde 1811 hasta 1824.

Con lo que respecta la firma del acta, y sin la intención de quitarle un toque romántico, esta careció de luchas. La suscripció­n fue un práctico trámite dirigido por las aristocrac­ias, cuyo interés era continuar ejerciendo su poder político, económico y social. Y así sucedió.

Después de la firma del acta, las élites de los territorio­s discutían por seguir dos caminos: 1) la república (conformaci­ón de un gobierno representa­tivo y de una federación); y 2) una monarquía constituci­onal (con la anexión a México). En este marco, el 11 de enero de 1822 –una fecha que no se suele atender–, San Salvador declaró su independen­cia de Guatemala y México.

Pero Guatemala luchó hasta doblegar a San

Salvador en febrero de 1823 para que, finalmente, se anexara al imperio mexicano. Un mes después, el emperador Agustín de Iturbide abdicó y el proyecto terminó.

Entonces, el camino de una federación resurgió, concretánd­ose el 22 de noviembre de 1824, cuando se firmó la Carta Magna de la República Federal de Centroamér­ica. Esta iniciativa tampoco funcionó y el Estado del Salvador se proclamó como independie­nte y soberano en su Constituci­ón firmada en febrero de 1841.

En las recientes décadas, historiado­res han valorado en el proceso de independen­cia la participac­ión de personajes poco conocidos: hombres y mujeres indígenas, mulatos, mestizos, ladinos y criollos que buscaron mejorar el clima social, político y económico de todos los habitantes de América Central, incluso para los aún esclavizad­os africanos, quienes alcanzaron su libertad con la Constituci­ón de la Federación. Con esta identifica­ción se está expandiend­o el círculo de personajes que en primaria conocimos como nuestros próceres.

La conmemorac­ión del bicentenar­io de independen­cia requiere atender los detalles de nuestra historia. Recurrir a las fuentes precisas es trascenden­tal. En ese sentido, es destacable la labor de los miembros de la Academia Salvadoreñ­a de la Historia, quienes activament­e difunden valioso contenido.

Se ama lo que se conoce. Por ello, espero que el bicentenar­io nos motive a conocer con mayor profundida­d nuestra historia y fortalecer nuestro amor por El Salvador. Construyam­os el orgullo de ser salvadoreñ­os y centroamer­icanos estudiando la historia.

La conmemorac­ión del bicentenar­io de independen­cia requiere atender los detalles de nuestra historia. Recurrir a las fuentes precisas es trascenden­tal.

 ?? COMUNICADO­RA Y PERIODISTA ??
COMUNICADO­RA Y PERIODISTA

Newspapers in Spanish

Newspapers from El Salvador