Don José, un lustrabotas con estilo y amabilidad
José Benedicto tiene 90 años y dos décadas de experiencia en el lustre de zapatos en Usulután.
“Trabajaba en la Feria Internacional cuando entró mi tercera edad, pero ya no me dieron empleo; luego aprendí el oficio de lustrabotas”. José Benedicto Castillo, LUSTRABOTAS
José Benedicto Castillo, de 90 años, es un lustrabotas que decidió aprender este oficio tras ser descartado en la empresa donde trabajaba por su avanzada edad, hace aproximadamente 20 años.
Aprendió a lustrar zapatos y convirtió este oficio en la principal fuente de ingresos económicos. Es muy conocido por su buen trabajo, humildad y amabilidad.
Desempeña su trabajo en la esquina nororiente del parque Raúl Francisco Munguía, de la ciudad de Usulután.
Nació marcado por la vida, con dos dedos en su mano izquierda, pero eso no le impidió desempeñase como un buen trabajador de la construcción.
Cuando cumplió 70 años se acercó para observar las labores de los lustrabotas de los parques de San Salvador y aprendió rápido el oficio.
“Trabajaba en la Feria Internacional cuando entró mi tercera edad, pero ya no me dieron empleo. De mirar y la necesidad me hicieron aprender bien”, expresó don José Benedicto, quien dijo que también trabajó un tiempo en el Centro de Gobierno de San Salvador como lustrabotas, y regresó a su natal Usulután, hace dos años, a petición de su hijo.
Sentado junto a los vendedores de lotería, don José Benedicto espera con paciencia a sus clientes, una sonrisa es su mejor compañera de viaje.
Los clientes aseguran que la pasan bien con este trabajador, disfrutan escuchando cada recuerdo de su vida. Escuchan con atención mientras don José realiza su trabajo con anilina, pasta y su kit de cepillos y franelas.
Aseguró que fue despreciado por su padre desde niño. “Tengo una historia triste porque mi padre me despreció por esto (muestra su mano con dos dedos) nada más, y mi mamá siempre me cuidó”, dijo.
Ese experiencia le sirvió para tomar fuerzas y salir adelante en su realidad.
Desde hace dos meses reside en un mesón cerca del parque donde trabaja, anteriormente vivió en la casa de uno de sus hijos, pero “me quedaba lejos para ir a trabajar”, dijo. Optó por rentar un cuarto.
Asegura que sus hijos siempre lo apoyan económicamente y están pendientes de su estado de salud.
Con 90 años, don José Benedicto sirve como ejemplo para la juventud usuluteca de que los límites existen en la mente, y que si se proponen un objetivo, pueden lograrlo con perseverancia.
Asegura que seguirá trabajando como lustrabotas pese a su edad, “hasta que Dios me dé lugar, porque soy consciente de que este trabajo es lo único que me sostiene a mi edad”.
Don José Benedicto comienza sus labores a las 7:00 de la mañana y finaliza a las 4:00 de la tarde, aproximadamente.