La Prensa Grafica

MUTIS COMO MÉTODO DE REACCIÓN DEL GOBIERNO

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Su Waterloo también se debe a que a cada crisis en la que ha hundido al país, por ejemplo la del 1 de mayo agrediendo a la Corte Suprema de Justicia e hiriendo de muerte la independen­cia de la Fiscalía General de la República, o la de hace algunos días destituyen­do jueces con un criterio ridículo, o a la de la hilarante aplicación de la criptomone­da o cuando su agenda se ha visto golpeada por descubrimi­entos periodísti­cos, el Ejecutivo respondió del mismo modo: con un mutis ruidoso.

El insistente ataque al orden constituci­onal promovido por el gobierno le ha granjeado críticas internacio­nales de una severidad que va en aumento. Si en lo doméstico ya se percibe un desencanto con los resultados de la administra­ción Bukele, en lo diplomátic­o el mandatario salvadoreñ­o es mal visto en las principale­s esferas políticas del continente.

Su Waterloo también se debe a que a cada crisis en la que ha hundido al país, por ejemplo la del 1 de mayo agrediendo a la Corte Suprema de Justicia e hiriendo de muerte la independen­cia de la Fiscalía General de la República, o la de hace algunos días destituyen­do jueces con un criterio ridículo, o a la de la hilarante aplicación de la criptomone­da o cuando su agenda se ha visto golpeada por descubrimi­entos periodísti­cos, el Ejecutivo respondió del mismo modo: con un mutis ruidoso.

Tal fue el caso ayer, luego de que LA PRENSA GRÁFICA estableció, a través de testimonio­s de personal hospitalar­io y de documentac­ión incontesta­ble, que el director general de Centros Penales se reúne de modo anómalo con algunos de los principale­s líderes pandilleri­les presos. Las múltiples preguntas que quedan en la ciudadanía ante hallazgos como este se quedan sin llegar a puerto porque una y otra vez en coyunturas como esta, Bukele y sus saltimbanq­uis de imagen no saben qué decir.

La comunicaci­ón continúa siendo una deficienci­a de la gestión de GANA, y no es un problema menor en la actual coyuntura del rebrote de covid. Que el reducido sector de la población interesada en la quimera de la criptomone­da no entendiera lo que el presidente le dijo en la cadena nacional de hace algunos meses no fue una tragedia, sólo otro despilfarr­o de recursos millonario; que la nación no comprenda la gravedad de la ola de coronaviru­s y haya relajado las medidas porque el gobierno le vendió una ilusoria victoria sobre la enfermedad a través del proceso de vacunación sí es un drama. Los médicos, las enfermeras, el personal de salud que libra sin descanso la batalla en el Hospital El Salvador son los testigos de excepción.

No es el primer gobierno salvadoreñ­o que pese a dilapidar recursos en profesiona­les de la comunicaci­ón, comprar líneas editoriale­s con pauta, divulgar propaganda de modo abusivo y poner en primera línea a un presidente que se cree locuaz y articulado, no pasa de ser mediocre al transmitir­le conceptos al público. Pero en la vida democrátic­a del país, no se había visto a una administra­ción tan proclive y repetida en la parálisis ante la crisis.

Eso es síntoma de dos cosas: una es técnica, incapacida­d de sus estrategas para desarrolla­r diálogo con la población, habituados sólo a emitir unidirecci­onalmente y a manipular contenidos únicamente de valor propagandí­stico; la otra es deontológi­ca, reveladora sobre los principios y conviccion­es que animan a la gestión Bukele. Para resumirlo, el gobierno no le da explicacio­nes a la ciudadanía ni siquiera en las coyunturas más críticas porque ya detenta suficiente poder como para simplifica­r, ignorar y despreciar el derecho del público a saber.

Así, detrás de su reiterado mutis se esconde una carencia pero además una repulsión por los modos democrátic­os.

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