FOMENTAR LA IDENTIDAD NACIONAL
Desde los horrendos ataques terroristas del 11 de septiembre en Nueva York, Washington y Pensilvania, en los Estados Unidos, que se cobraron la vida de más de casi 3,000 personas inocentes y miles de millones de dólares en pérdidas, cada año vemos los actos que se realizan en los tres lugares de los ataques para conmemorar a las víctimas, así como reconocer los esfuerzos realizados por policías, bomberos, médicos, enfermeras y cientos de voluntarios que trabajaron en las labores de rescate de las víctimas y apoyo a sus familias. En los actos es conmovedor el recuerdo de cada uno de los fallecidos por sus nombres. Nadie queda excluido del homenaje y la memoria, ni el alto ejecutivo de una gran empresa, ni el encargado de servir café o limpiar los vidrios de los edificios.
Son actos que reavivan y enaltecen el elevado espíritu patriótico que viven los ciudadanos de los Estados Unidos porque desde muy pequeños se ha cultivado en los ciudadanos el amor a su país, los símbolos que los representan, las contribuciones que han hecho hombres y mujeres para la construcción de esa gran nación, los íconos que simbolizan las luchas y logros más significativos que han tenido en su historia y los valores que comparten. Han creado un sentido de identidad nacional que los hace sentirse orgullosos de ser ciudadanos de los Estados Unidos, y es el espíritu que los une cuando tienen que soportar calamidades y amenazas. Por esa razón los grandes líderes del país aprovechan estos acontecimientos para recordar y reafirmar a los ciudadanos los valores que los distinguen, y los que tienen que preservar para hacer frente a los desafíos que tienen por delante. Saben valorar la lecciones que la historia les ha dejado.
Estamos en el mes cuando nos aprestamos a celebrar un nuevo aniversario de nuestra independencia. Este día conmemoramos 200 años de esa gesta histórica. La ocasión ha sido más que propicia para enaltecer en la memoria de los padres de la patria, las hazañas que han forjado nuestra identidad, los hombres y mujeres que la han hecho posible y nuestra gran riqueza histórica y cultural. Nada han hecho nuestras autoridades para que nos sintamos orgullosos y agradecidos del legado que recibimos de nuestros antepasados. Es triste que eso refleje de nuevo su pequeñez y su pobreza intelectual, cultural y moral y que su personalidad y carácter egocentrista los haga desconocer nuestra historia, y hasta tengan el cinismo de pensar que la historia del país se empezó a escribir el día que empezaron a gobernar.
Tenemos que sentirnos orgullosos de nuestra historia. El suplemento Entre Siglos que ha entregado esta semana LA PRENSA GRÁFICA con la contribución de la Academia Salvadoreña de la
Historia es un gran aporte para el acervo cultural del país porque todos tenemos que conocer, que forjaron nuestra nacionalidad.
Tenemos que conocer nuestra historia, valorar y enriquecer nuestra cultura, apreciar nuestras tradiciones, cultivar nuestros valores, reconocer el legado cultural y artístico que han dejado plasmada en sus obras pensadores, intelectuales y artistas, y expresar nuestra gratitud a los grandes hombres y mujeres que han hecho contribuciones valiosas a nuestra sociedad. También debemos recordar y reflexionar sobre nuestras fallas y errores, y tampoco podemos olvidar los personajes infames que han pasado por nuestra historia, los que han alentado sentimientos de división, confrontación y enfrentamiento entre los salvadoreños, y los que han entorpecido el proceso para continuar avanzando en la consolidación del sistema democrático que nos propusimos implementar con la firma de los Acuerdos con los que terminamos el más cruento de los conflictos internos que hemos tenido en nuestra historia.
Los salvadoreños estamos ávidos de símbolos que reflejen y representen la esencia de nuestra nacionalidad. Lo demuestra las veces que nos convoca la Selecta en el Estadio Cuscatlán donde hace unas semanas nos hizo vibrar de emoción al entonar unidos nuestro Himno Nacional. Tenemos que valorar y querer nuestro país. Nuestros hermanos lejanos añoran regresar alguna vez porque reconocen el valor de sus raíces.
Nada han hecho nuestras autoridades para que nos sintamos orgullosos y agradecidos del legado que recibimos de nuestros antepasados. Es triste que eso refleje de nuevo su pequeñez y su pobreza intelectual.
reconocer y valorar los acontecimientos