ENCONTRAR UN PROPÓSITO
En este sentido, plantea Sotelo, el desafío como padres es escuchar a los hijos y ayudarlos a descubrir sus intereses. “Distinguir qué les gusta y qué no. Más que ayudarlos a elegir una carrera, hay que orientarlos a elegir un propósito, que es algo mucho más grande que una carrera. Por ejemplo, mi propósito era ayudar a las personas, estar cerca de ellas. Estudié psicología; después, coaching. El propósito puede ser comunicar o ayudar al planeta. No se trata de la carrera que vas a estudiar, sino del propósito que te trazas”, destaca una de las directoras de la Escuela Latinoamericana de Coaching.
De todas maneras, la psicopedagoga Giménez de Abad manifiesta que a determinada edad, la cuestión vocacional debería empezar a plantearse en casa, y en la escuela también. “Hay que empezar a pensar en la vocación promediando la secundaria, cuando empieza a trabajarse en los colegios. Y un primer corte se hace cuando se pasa de la primaria a la secundaria, donde ya se decanta por una escuela técnica o un bachillerato. Pero todavía siguen siendo chicos como para hacerles un planteamiento de ese tipo. Hay que darles las herramientas para que puedan empezar a hacerlo, observar si tienen un interés particular, si preguntan o sacan ellos el tema, escucharlos. A veces, los padres no saben cómo ayudarlos porque no se toman el trabajo de escucharlos”, afirma.
Por su parte, la psicóloga Liliana Varsallona, una de las directoras de Espacio Vocacional, que brinda orientación vocacional a jóvenes y adultos que buscan reorientar su carrera, describe que hoy, a diferencia de lo que pasaba antes, los chicos llegan con una multiplicidad de intereses. “Lo primero que indagamos es acerca de sus sueños y deseos, y hacia ahí apuntamos –comenta–. El trabajo que hacemos es que ellos puedan ir construyendo su proyecto de vida teniendo en cuenta que seguramente lo van a ir modificando y reeligiendo. Lo que intentamos es que entiendan que las carreras no son cerradas y se puede abordar un mismo tema desde distintas profesiones. Lo que estudias no define necesariamente un único lugar o ámbito de trabajo. Las posibilidades son abiertas, dinámicas. Y el deseo es algo muy importante”, sostiene Varsallona.
Así, el deseo de trabajar en algo que sea ‘útil’ al planeta o la sociedad también está muy presente. “Es una motivación en varios chicos. Los jóvenes tienen mayor conciencia de la importancia del cuidado del planeta, y muchos intereses están volcados al medioambiente. Muchos fantasean también con la idea de ser emprendedores: hay mucha creatividad, y muchos vienen con idea de innovar. El problema es que quieren todo ya, y saber que eso puede llevar tiempo los angustia”, comenta la especialista.
Pero no presionarlos con preguntas que todavía no están preparados para contestar no significa que no se pueda hablar al respecto. Tal vez, en lugar de preguntar: ‘¿Qué quieres ser de grande?’ convenga empezar por lo más simple: ‘¿Qué te gusta, qué te causa placer, qué te hace feliz?’. Por eso, para Sotelo, las habilidades emocionales son la base. “Todos estudian más o menos lo mismo, pero lo que nos diferencia de los demás no es el qué, sino el cómo aplicamos los conocimientos. Saber trabajar en equipo, relacionarnos con los demás. Eso es lo que hace la diferencia”.