¿QUÉ QUIERES SER?
AUNQUE PARECÍA INOCENTE, ES CUESTIONADA POR ESPECIALISTAS PORQUE PUEDE GENERAR ANSIEDAD EN NIÑOS. LA PREGUNTA QUE YA NO ES CONVENIENTE HACER
La que era una de las típicas preguntas que los adultos solían hacerles a los más chicos es ahora cuestionada por muchos especialistas, y hasta la desaconsejan.
No hay duda de que los tiempos han cambiado, porque lo que parecía ser una inocente pregunta o un simple disparador para sacar un tema de conversación trivial hoy se ve como inadecuado o poco conveniente para hacerles a los más pequeños, que están lejos de contar con las herramientas necesarias para contestarla.
“No tiene sentido, es una pregunta que los chicos no están preparados ni tienen información suficiente para contestar, y eso puede generarles cierta ansiedad –plantea la psicopedagoga Elvira Giménez de Abad, autora de varios libros sobre educación y crianza–. Asimismo, hay carreras relacionadas con la tecnología que todavía ni siquiera existen, que van a surgir en los próximos 5 o 10 años, lo cual la vuelve un sinsentido. Es una pregunta que no corresponde hacerle a un niño pequeño, por más inocente que parezca”, asegura la especialista.
Para ilustrar lo poco conveniente de preguntarle a un niño pequeño qué será de adulto, Flavia Sotelo, psicóloga y directora de la filial San Isidro de la Escuela Latinoamericana de Coaching, narra lo que ocurrió con su hijo Joaquín, de 8 años. “Hace un tiempo, en el colegio le hicieron esa pregunta. Y Joaquín contestó que quería ser feliz. Cuando le dijeron que dijera algo relacionado con una profesión, él dijo que era un niño y no quería pensar en eso porque todavía era un chico. La pregunta lo amargó, llegó a casa y me dijo: ‘No sé qué quiero y no quiero pensarlo ahora’. Su respuesta me pareció maravillosa. El problema y las ansiedades los tenemos los adultos. Preguntarle eso a un chico es violentarlo”, sostiene Sotelo.
Además de crearle cierta ansiedad al niño y, en el mejor de los casos, provocar una respuesta de compromiso, otra de las principales críticas tiene que ver con lo que subyace detrás de ese interrogante. Para muchos, obliga a los niños a definirse en términos de trabajo, y eso limita su campo de acción.
La identidad asociada a una profesión, tan arraigada entre los de más de 40, dejó de ser lo único importante para los jóvenes de ahora, y más aún para los de mañana, que probablemente aspiran a cosas más relevantes que estudiar una carrera y trabajar ejerciendo su profesión, lo cual han visto en sus padres y pocos están dispuestos a imitar. Viajar, disfrutar los placeres de la vida y hacer cosas para cambiar el mundo suelen encabezar la lista de metas y deseos por alcanzar para las nuevas generaciones, cuyas aspiraciones profesionales muchas veces se relacionan con eso.
En una reciente encuesta de la consultora Adecco sobre las aspiraciones laborales de la generación Z, 6 de cada 10 jóvenes desean trabajar en una empresa que priorice el cuidado del medioambiente, la igualdad de género, la alimentación saludable y la protección animal. Y 8 de cada 10 le darían prioridad a una empresa que les permita viajar o tenga oficinas en otro país para poder vivir la experiencia de trasladarse por trabajo.
Incluso, muchos cuestionan la pregunta porque equipara el éxito a una profesión y no a otros objetivos personales como formar una pareja o familia o ser una buena persona. “Cuando usamos un empleo o profesión para definirnos, nuestro valor está puesto en lo que logramos”, plantea el psicólogo organizacional Adam Grant en un reciente artículo publicado en ‘The New York Times’. “Soy un convencido de que preguntarle a un niño qué quiere ser de grande lo perjudica”, dice el especialista norteamericano tras analizar cientos de casos en los que ser exitoso en una profesión no necesariamente vuelve felices a las personas.