TRUMP: RADIOGRAFÍA DE UN POPULISTA
En general, se denomina como populismo a esas propuestas y estrategias políticas –económicas, sociales y culturales– que supuestamente defienden los intereses del “pueblo”. Para lograr el apoyo popular se valen de propuestas falsas sobre la transformación necesaria de las bases políticas, económicas y sociales de un país. El populismo es una combinación de nacionalismo con socialismo, adaptado a las condiciones locales. Carece de un sistema socioeconómico bien fundamentado y razonado, simplemente aprovecha la frustración, los miedos y prejuicios de la población en un momento dado.
El populismo se proclama en contra de todo lo establecido y a favor de la democracia representativa, ¿por qué?, porque necesita de esta para legitimar sus acciones, necesita de la política para proyectar la ilusión de la voz del soberano, del “pueblo”.
El populismo, hoy día, da luz a engendros muy parecidos, de características muy similares. Los denominadores comunes del líder populista son: un cierto resentimiento hacia todo lo establecido, generado por elementos discriminatorios sea por raza, etnia, posición social/económica, nivel educativo, etcétera; una marcada mediocridad en su trayectoria académica y profesional; y un total desprecio por la verdad (Trump mintió 30,573 veces sobre cuatro años, Washington Post).
Las características más relevantes del populista son: 1. Es el gran intérprete de la voluntad popular, trasciende las instituciones y su palabra es el dogma sagrado de la patria. 2. Es el auténtico representante del pueblo, todos los demás merecen solo desprecio y castigo. 3. La patria comienza con él. El pasado es una sucesión de fracasos, desencuentros y traiciones. 4. El
Estado, encarnado en su persona, es el único capaz de solucionar los problemas del “pueblo”, esperan la total sumisión de los creadores de riqueza. 5. Controla el sistema judicial y el legislativo, o trata de hacerlo.
El populista genera gobiernos que se caracterizan por: 1. No tienen partidarios, sino clientes que les deben cosas. 2. Los funcionarios están al servicio del populista. Controlan y manipulan los agentes económicos y principalmente aquellos potencialmente represivos. 3.
Las palabras adquieren un significado diferente: “libertad” se convierte en obediencia, “lealtad” en sumisión; cualquier discrepancia es tildada de “traición”. 4. Cualquier vestigio de cordialidad cívica desaparece, se utiliza un lenguaje de odio preludio de agresión.
Y así, llegamos a Donald J. Trump, el 45.º presidente de los Estados Unidos de América. Nacido y criado en un barrio del distrito neoyorquino de Queens llamado Jamaica. Su padre, Fred, hijo de inmigrantes alemanes, creció hablando alemán como su primera lengua, de humildes orígenes. Su madre, Mary, nacida en Escocia, emigró a los Estados Unidos en 1930 y se naturalizó como ciudadana norteamericana en 1942. Trabajó como doméstica hasta 1936, fecha de su matrimonio. Trump siempre ha expresado un marcado resentimiento por “ellos”, ¿quiénes?, aquellos que nunca lo aceptaron, las esferas de la élite de Nueva York y Connecticut (los Mayflower). Trump ha declarado bancarrota seis veces entre hoteles y casinos. En los años ochenta, setenta bancos le habían prestado cerca de cuatro mil millones de dólares, no está claro la resolución de estos préstamos. Otros negocios también han sido un fracaso: The Trump Shuttle; Trump Foundation; Trump University. La fundación y la universidad calificadas de fraude y obligadas a pagar cuantiosos reembolsos.
En definitiva Trump es un ejemplo icónico del populismo y el populista, su persona y su gobierno, generando cuantiosas ganancias para sus negocios y familia durante su administración, y siempre poniendo sus intereses por encima de los de la patria, incitando a rebeliones antidemocráticas, a la división y al odio, dejando una democracia maltrecha y atropellada, en vías de recuperación. ¡Pan para su matata!
El populismo es una combinación de nacionalismo con socialismo, adaptado a las condiciones locales.