DECISIÓN DEL PRESIDENTE NAYIB BUKELE
Con profunda alegría recibimos la noticia de la prohibición de trastocar algunos trascendentales artículos de nuestra Carta Magna, como pretendía la Comisión Constitucionalista Ad-hoc, en el borrador presentado para reformarlos. Entre estos estaba el Primer Artículo de nuestra Constitución actual, que trata del Derecho a la Vida de todos los salvadoreños desde el momento de la concepción, el que mediante su clara descripción expresa: “Se reconoce como persona humana a desde el momento de su concepción”. Esta significativa frase se pretendía cambiar a: “El Salvador reconoce ser humano y allí, en tan solo esta pequeñísima frase de muy sutil intencionalidad, se vieron evidenciados los propósitos abortistas del grupo Ad-hoc, pues al pasar desapercibida la frase en cuestión, es fácil deducir que en realidad los salvadoreños tenían derecho a la vida sino Para esa Comisión –de haber logrado el cambio de forma tan perspicaz–, significaba dejar un enorme portón abierto hacia despenalizar el despiadado aborto en todas su formas.
Tampoco se aceptará el artículo proponiendo que los pacientes que quisieran una muerte digna previamente consentida, se les daría esa oportunidad... (¿matarlos?) ¡¡¡Horror!!! Esta atrocidad daría acceso a una matazón de ancianos en hospitales mediante médicos –que no faltan–, que la apoyarían con similar falta de humanidad, compasión y piedad, de quienes suscribieron tan espeluznante planteamiento, significando esto, un escoger entre quién vive y quién muere... porque el viejito/a ¿se volvió una carga? Criminal control poblacional practicado en los países de “avanzada”.
Igualmente hizo el presidente con la propuesta de legalizar el matrimonio de parejas de cualquier índole, para legitimarlos luego como nuevas formas de familia. Su postura en ese aspecto es proteger a la ciudadanía de lo que vienen fraguando la ONU y sus derivadas ONG, para control poblacional. Más matrimonios inventados sin hombre-mujer, menos bebés naciendo. De allí surge intencionalmente también, confundir a los niñitos con la Ideología de Género, donde los niños aprenden a ‘ser niñas’ y las niñas, a ‘ser varones’.
Viendo cómo el presidente Bukele se ha sensibilizado por estos derechos de vida de los más débiles y vulnerables, que pretendían transgredirse, y ha reconocido los derechos de la única familia que como base de toda sociedad puede y debe existir –padre/madre/hijos–, la conformada así mediante el matrimonio igualmente único (unión, hombre-mujer), me permito animar al Excelentísimo a tratar de ser un poco más consecuente con tan benévola actitud expuesta en estos anteriores temas los que conllevan una buena carga de humanidad, porque desafortunadamente, no concuerdan con muchos absolutismos emitidos que afectan a buena parte de nuestra ciudadanía, gremios de toda índole e idiosincrasias, los que lejos de atemorizar, los lanzó por millares a unirse recientemente, como creo yo que jamás antes en mi larguísima vida –y cantidades de presidencias– había visto tantísima diversidad de gente toda articulada, enlazada, unida en pacífica marcha patriótica y de protesta.
Como ciudadana mayor, aconsejo al presidente a unir y no desunir, a oír y no desatender o desinteresarse. Pienso que en vez de dirigir sus directrices hacia Venezuela o Nicaragua, debe dirigirlas hacia históricos presidentes que engrandecieron sus países, como el centroamericano gran estadista don Pepe Figueres, que ganó elecciones libres en Costa Rica en tres diferentes ocasiones no consecutivas, sin reelegirse, y sin tener tan siquiera un ejército. Él es todavía recordado con gratitud y admiración, como gran personaje del siglo XX.
Evidentemente él no olvidó nunca esa ley natural que forma parte de todo accionar humano. La Ley de Causa y Efecto. Mediante esta, toda buena causa alcanzará buenos efectos... y viceversa.
Como ciudadana mayor, aconsejo al presidente a unir y no desunir, a oír y no desatender o desinteresarse.