EN ESTA ÉPOCA LAS INCERTIDUMBRES MÁS VARIADAS SON NUESTRO PAN DE CADA DÍA, Y A ESO HAY QUE RESPONDER CON SENSATEZ Y CONSISTENCIA
En el día a día de nuestra realidad global, nacional y personal estamos azotados constantemente por las inseguridades y las incertidumbres, y esto crea una atmósfera cargada de conflictividades que se multiplican sin cesar. En el país hemos llegado a un punto en el que da la sensación de que no hay cómo llegar a ningún entendimiento básico, con todas las consecuencias que eso trae hasta para los que más se aferran a sus posiciones y a sus modos de acción. Lo que en verdad preocupa, desde una posición de equilibrio perceptivo, es que no haya en el ambiente propósitos identificables y concretos en la línea de pasar a una nueva etapa de este proceso de cambio, en la que pudiera hablarse en serio de una “nueva normalidad”. Y es que si no se identifican y concretan los pasos que deberían venir de aquí en adelante no hay ni habrá cómo incorporarse al nuevo desempeño de las realidades en nuestro país. Entendamos, de una vez por todas, que no se puede vivir en una eterna cuerda floja, y que, por consiguiente, resulta indispensable construir estabilidad, y sobre todo, SOBRE TODO, en momentos tan apremiantes y aflictivos como los que corren. Por enésima vez subrayamos dos términos claves: sensatez y consistencia. Si alguno falta, todo lo demás queda en el aire. Y esto, por más que las pasiones quieran ocultarlo o disfrazarlo, en definitiva no le conviene a nadie. “Pongámosle coco”, pues, como dice el habla popular, a este punto, para no seguir enredándonos en trastornos inútiles y malsanos como los que ya tanto daño le han hecho al desenvolvimiento nacional en el curso del tiempo. En cualquiera de las áreas de la vida, y en cualquier época o zona que sea, lo único que funciona es el apego racional luego del debido análisis de todo lo pertinente. Acojámonos a esta ley natural para no desactivar oportunidades ni malgastar energías. Nuestro país está reclamando eso: que la razón tome las riendas de la realidad, para que las incertidumbres vayan cediendo terreno.